... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

La Pieza de Tetris

 
Mientras recordaba a las mujeres que habían pasado por su vida iba colocando las piezas que aparecían por la parte superior de la pantalla. Algunas las giraba presionando un botón hasta colocarlas en la posición que quería, otras no, a otras sólo había que empujarlas con la palanca de mando, o dejarlas caer para que ocupasen el lugar que él había elegido para ellas, como hizo con sus mujeres.

Por una vez la pantalla no le mostró cómo sería la siguiente pieza del juego. Se quedó esperando, expectante. La nueva pieza que apareció ante sí era distinta a todas las que el ordenador tenía programadas. Era una pieza con multitud de puntas, algunas incluso ondulaban, cambiantes. Al verla, una gota de sudor se deslizó por su frente. Abandonó los mandos de la máquina y salió del salón de juegos antes de que el rótulo Game Over apareciera en pantalla.

Aquella extraña pieza... era él.

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Por motivos ajenos a la plantilla del blog el diseño no se visualiza bien en Internet Explorer, de modo que recomiendo el uso de Firefox o Google Chrome en sus últimas versiones :)

*foto de aquí

De mi puño (IX): Él

Tengo que empezar seriamente en aprender a escribir. Los últimos micros de mi puño que estoy sacando a relucir no son gran cosa precisamente.

De mi puño (VIII): Ella

Como en un mar eterno


 
(Pulsa play. Hanna - Como en un mar eterno)
 
Volviste a mi casa vestida de invierno. Habíamos cambiado. Entre tú y yo se extendía mi cama.

-Quítate la ropa - te dije.
Permaneciste en silencio.

-Quítatela. En la cama hay que entrar como en el mar, sin pendientes, sin anillos ni maquillaje alguno, con tu pelo suelto. Quítatela toda.

Sin dejar de mirarme lo hiciste. Lenta, te desprendiste de tu bufanda y dejaste caer cada prenda en el suelo, como si cada una hubiese tenido por siempre su propio lugar, definido sobre la tarima de madera, y ahora hubiesen regresado a ella. Luego entraste en el mar de mis sábanas como una niña perdida en un bosque gobernado por las brumas. Una vez dentro te llevaste un cigarrillo a la boca, alargué mi mano y te lo arranqué de los labios.

-Ahora no - dije tirándolo al suelo-. Más tarde, luego será tu historia.

Sin desvestirme me incliné sobre ti y comencé la noche comiéndote la boca. Horas más tarde nuestros cuerpos seguían ardiendo. Tú dormías. Yo escribía una historia en mi cuaderno, me faltó papel y me sobraba tinta negra. De un solo movimiento te destapé completa. La sábana cayó al suelo de los pies de la cama como un gigantesco pétalo, dejando al descubierto la blancura de tu cuerpo. Dormías de lado. Acerqué mi pluma a tu hombro y comencé a escribir las últimas palabras de mi historia.

Cuando despertaste eras una mujer diferente. Eras mi mujer de cuento, desde el hombro hasta el empeine de tu pie izquierdo.

De mi puño (VII): Anhelo

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Tengo 'tiempo cero' para leeros en vuestros blogs. Así que agradezco todos vuestros comentarios y que me sigáis leyendo. Seguiré incluyendo microrrelatos manuscritos de este cuaderno.

De mi puño (VI): Autobiografía

Criaturitas


En abril del año pasado, en esta entrada de Scriptoria, pedí vuestra ayuda para buscar un título para una colección de relatos que había terminado de escribir. Hasta hace unos meses no encontré el título adecuado. En la foto podéis ver materializadas todas las criaturitas que he ido pariendo en estos últimos cuatro años. Tan sólo falta la novela En ángulo muerto, que me prometí a mí mismo no encuadernarla jamás, bueno... cambiaría de opinión con la venia de algún atrevido editor/a.
Pues bien, estas criaturitas mías nacen gracias a los profesionales de Printcolor, la imprenta digital que elegí para insuflarles la vida en papel. Todos los relojes rotos, la ultima colección de relatos que escribí, es un regalo de dicha imprenta (al igual que lo fue en su momento El Hombre Sin Tildes). Si queréis ver materializado vuestro libro Printcolor os lo regala, tan sólo tenéis que pinchar en su enlace y seguir las instrucciones.

De las cuatro criaturitas de la foto Scriptoria, primer cajón sigue en venta al precio de 12€, envío nacional incluido (para los que estéis interesados), el resto son ejemplares únicos. Aprovecho para deciros que siento mucho no poder pasarme por vuestros blogs a leeros y comentarios, cada vez tengo menos tiempo libre. Ando metido en varias cosas (todas legales) y he retomado la escritura de mi próxima novela: El lamentable descenso de Henry Norton, que espero tener terminada para antes del verano que viene.

Intentaré al menos publicar una vez por semana en Scriptoria :)

De mi puño (V)

De mi puño (IV)

Sigo con las páginas escritas en el cuaderno... Aunque el título rece De mi puño (IV) no tiene nada que ver con entregas anteriores. Para leer el resto de páginas manuscritas del cuaderno pulsa en El Cuaderno de Chinatown.


La Fiebre del Oro


Luis subió a su apartamento y rebuscó en el cajón de su mesita de noche. Recogió todo lo que brillaba en dorado y lo echó en una bolsita de cuero. Luego salió hacia la tienda. Entró como un rayo y al llegar al mostrador derramó el contenido de la bolsa.

- ¿Qué me das por todo esto? - le espetó al dependiente.

El hombre estudió las piezas del mostrador, miró a su cliente y dijo:

- Caballero, esto que me ha traido no es oro. Lo siento.
- Lo sé - dijo Luis mientras sacaba un folleto y una fotografía de su bolsillo-. Y ahora que usted ya sabe que no poseo alhajas que le puedan interesar...

Señaló la fotografía que había puesto sobre el mostrador y continuó:

- Éste de aquí es mi coche ¿Lo ve bien? Es un puto Peugeot 308, color champagne. Quizá para usted, que regenta este negocio, mi coche es un coche de mierda. Pero para mí es el mejor que puedo tener ahora ¿Ve la matrícula? ¿La ve bien? Memorícela ¿Ya? - el dependiente asintió-. Bien, pues ahora mire este otro papel. Este que dice que paga hasta 37 euros por gramo de oro ¿Lo reconoce? Sí ¿verdad?.

El dependiente volvió a asentir.

- Estoy hasta los mismísimos cojones de quitarlo cada día de las escobillas de mi parabrisas ¿Me oye?-. Esta vez el dependiente ni se atrevió a moverse-. Tengo más de veinte panfletos de mierda como este guardados en la guantera de mi coche. Aparco bajo el árbol grande que hay en el parking de la playa. Ya ha comprobado que no tengo oro, se puede quedar con toda esta mierda de chatarra y timar a las viejas ricachonas que quiera, pero como vea un sólo folleto más de esta puta mierda de negocio suyo sobre mi coche le mando a Orson.

Luego recogió la fotografía de su coche del mostrador y salió de la tienda.

-.-

Gracias a Miguel Baquero por la crítica literaria sobre mi libro Scriptoria en la revista digital Literaturas.
Para leerla pinchad aquí.

*foto de aquí

Nuestra Mesa


 
(Pulsa play. Interpretado a piano por una de mis lectoras, que ha preferido permanecer en el anonimato,
os traigo... El Vals de Amelie *de Yann Tiersen*)
 

Volví a la cafetería. Marqué sobre las baldosas los últimos pasos, con una reverencia absoluta, y me detuve frente a nuestra mesa. Mi figura era como una estatua de sal coronada por una mueca de amargura. A esa hora todo estaba quieto y en silencio, vacío. Al otro lado de la cristalera las palmeras eran azotadas por el viento de una manera tan brusca que rozaba la perversión. Era como estar a salvo encerrado en el ojo del mayor huracán de la historia del planeta.

Mirando nuestra mesa recordé las veces que yo la había hecho mía, antes de conocerte. Sobre ella escribí una docena de relatos y la mitad de una novela. Luego la hicimos tan especial que poner mis manos ahora sobre ella sería como violar con espectacular saña a la última virgen de la Tierra.

Contemplé una proyección de mí junto a la mesa. Estaba sentado y el camarero me traía un café y un croissant. Me lo llevaba a la boca y al morderlo se hacía trizas, como si fuese una piedra porosa, soltando arena en mi lengua. Yo apartaba luego la taza y el plato y apretaba mis manos, una contra la otra, con una rabia desmedida de impotencia, con tanta fuerza que si hubiera tenido entre ambas una roca diamantina la hubiera pulverizado sobre la mesa.

En ese momento mi imagen se desvaneció. El camarero me preguntó si iba a tomar algo. Mi yo real, allí de pie, negó con la cabeza y dejó aquella cafetería para no volver jamás. Ya afuera, el viento me azotaba del mismo modo que castigaba a las palmeras. Abrí mi cuaderno y comencé a escribir el comienzo de este cuento.

* foto de aquí

La Casa Negra



(Este es el tercer cuento de una trilogía de relatos que tienen como nexo común unos personajes que se suceden en las tres historias... pero son independientes. Lo escribí hace dos años. Los otros dos relatos me los guardo para una futura publicación, llamada "Todos los relojes rotos", que enviaré a algunas editoriales)

"Hubo un tiempo vivido en un sueño en que todo en una casa era de color negro. Las mesas, las sillas, los muebles... las puertas, el suelo, los vestidos y los guantes, las cortinas... incluso la luz que por las ventanas entraba en la casa se tornaba del color de las sombras. Si encendías una linterna o una vela el haz de luz o la llama se volvía cenicienta, emitiendo destellos moribundos en penumbras quejumbrosas, eternas.

En la casa vivía una familia de piel blanca lechosa cuyos ojos oscuros veían los objetos entre las sombras, y tal era la oscuridad que reinaba en la casa que incluso cuando pronunciaban palabras... éstas caían al suelo muertas. Y ningún animal, ni flor, ni ser humano... se veía capaz de tentar a la suerte y visitar a la familia de la Casa Negra.

Un día llegó al pueblo un vendedor ambulante, un titiritero que vendía joyas y baratijas, ropajes, cachivaches y mil historias, y la música que sonaba era tan deliciosa que consiguió entrar por una rendija de una de las ventanas de la Casa Negra. Y, al contrario que las palabras pronunciadas, las notas musicales no fueron a caer al suelo muertas, sino que volaron entre las sombras... y, como si estuvieran flotando por un pentagrama, vinieron a despertar a la más pequeña de la familia de la Casa.

La niña se levantó, como sonámbula, y caminó hasta la puerta. Y cuando la abrió un túnel de negrura infinita se prolongó desde el interior de la casa hasta la calle, torciendo allá donde mirase la pequeña. Entonces comenzó a caminar por ese sendero de sombras en dirección a la música, y los vecinos del pueblo se iban apartando del socavón horizontal que salía de la casa, porque nada bueno podía salir de ella.

La niña vino a parar al tenderete del titiritero, y éste se ocultó, asustado, debajo de las ruedas de su carromato. Y mientras miraba a ras del suelo pudo ver cómo los pies de una niña se calzaban unos zapatos de tacón de terciopelo verde que había cogido del mostrador de su tienda, entonces comprobó como la oscuridad del túnel iba huyendo despavorida de los zapatos nuevos.

Y por allí por donde la niña caminaba, de vuelta a la Casa Negra, la oscuridad y las sombras se iban evaporando, y el color natural de las cosas se abrigaba en torno a los zapatos, tomando lugar entre el aire y la música... entre la arena, el polvo y las piedras. Justo cuando la niña se metió en su casa y cerró la puerta la poca oscuridad que flotaba del túnel que había dejado a su paso desapareció en el cielo azul y sin nubes que dominaba el pueblo.

Y de la Casa Negra comenzaron a florecer, lentas, muy lentas... enredaderas en verde con tallos, raíces y hojas risueñas; y los habitantes del pueblo nunca supieron entender por qué extraño fenómeno la Casa Negra, desde aquel día llamada Floreciente, se vestía cada vez más de verde cuando de lejos oían los taconeos de unos zapatos, ahora vivos... antes inexistentes."

Buscándote (V y último)

Si quieres leer los comienzos... Click en (I), (II), (III) y (IV)
 

-.-
Fin de la aventura de este hombre desesperado. Dejaré descansar unas semanas a mi cuaderno de Chinatown, pero yo no descanso. Vuelvo en unos días con un nuevo post, ya escrito en el teclado de mi portátil.

Buscándote (IV)

Sigo poniendo páginas del diario de la particular odisea de este pobre hombre...
Queda una entrega.


Buscándote (III)

Si quieres leer cómo empieza esta historia... pincha aquí (I) y aquí (II)

Buscándote (II)

La segunda parte de la historia de este hombre desesperado que escribo en mi pequeño cuaderno...

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Os recuerdo que vendo libros, sólo hay que mirar en el lateral de esta página. Me quedan pocos marcapáginas...

Buscándote (I)

La historia de un tipo desesperado en varias hojas de mi cuaderno, comenzamos Buscándote por estas dos páginas...

Niño Perdido (II)


 
-.-

Estos dos últimos posts son producto de quedarse uno dormido en la playa, cuaderno abierto en mano, y despertar con el sonido de la megafonía.

 *en la foto... parte de AdR

Niño Perdido (I)


En unos días la segunda parte

*modelo de la foto: AdR

De mi puño (III)

Una certeza, una divagación más de mi cuaderno...


De mi puño (II)

Otra página más del cuaderno comprado en Chinatown...


De mi puño (I)


Comienzo a publicar en Scriptoria una serie de microrrelatos improvisados que estoy volcando en un nuevo cuaderno que una amiga me trajo de Chinatown. Ahí va el primero...


Serendipia


 
(U2 - With or Without You) (Letra)


Serendipia: descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado (Wikipedia)

Siempre que conduzco mi coche por ese tramo de autovía me pasa lo mismo: vuelvo a esa primera tarde en que nos conocimos. Cuando acabamos los cafés yo te dije que me acompañases a una de las tiendas porque tenía que comprarme unos boxers. Tú sonreíste, yo te pregunté si alguna vez habías tenido que soportar algo así en una primera cita.

- Nunca - dijiste.
- Es que yo soy así de imprevisible, diferente a los demás, pero nada del otro mundo - culminé.

Me gusta tener la tierra bajo mis pies y la carne entre las manos. Siempre que paso por ese tramo de autovía recuerdo nuestra primera cita. El asfalto de ese tramo de carretera se ondula, eleva mi coche unos centímetros por el lado izquierdo durante un par de metros de recorrido, luego la carretera vuelve a recuperar su firmeza habitual. Durante ese segundo mi coche se balancea como si estuviera bajando por el desnivel de un tobogán o fuese impulsado por una ola de mi océano.

Aquella noche en que nos despedimos ocurrió lo mismo. Ese tramo elevado es mi serendipia del pasado. El que me llevó a ti. Y estará ahí siempre, y me acordaré de ti siempre y cada vez que conduzca por ese tramo de autovía.

Siempre, nenita.

Hace poco caminé por una playa desierta y, al meterme en el agua, descubrí que el mar me da miedo, tanto como encontrarme con cientos de tortugas muertas en la orilla, o como todos los relojes que tú y yo hemos ido parando con todos los besos que nos hemos dado.

*foto de aquí

Scriptoria, el libro, a la venta.


Bueno, pues aquí está, para los que queráis haceros con un ejemplar (aunque los que seguís la página de Facebook de este blog ya lo sabréis), Scriptoria. Primer cajón es la segunda publicación que decido editar por mi cuenta. Tras recopilar todos los poemas de este blog en Poemario de Nostalgias y Anhelos (abril, 2010) ahora cometo la insensatez de publicar un libro con la mayoría de los relatos de este blog.

A lo largo de 210 páginas (en tamaño A5 y con encuadernación con solapas) he recogido una serie de relatos publicados en este blog y añadido algunos inéditos. Los seleccionados han sido estructurados en secciones, corregidos y adaptados para esta publicación.

Si resides en España puedes reservar tu ejemplar bajo plataforma segura a través de Paypal pulsando en el botón de abajo (también permanecerá en la barra lateral de opciones). El precio, debido a las tarifas por transacción que impone Paypal, será de 12,90€ (envío incluido). También puedes hacerlo por transferencia bancaria, en ese caso escríbeme un e-mail, el precio será de 12€ (envío incluido).

Si resides fuera de España y quieres uno escríbeme un correo a angel.delgado@gmail.com
Los 50 primeros van con un punto de libro de regalo, exclusivo y numerado.






Puedes seguir atento a las últimas actualizaciones y ver más fotos en la página de Scriptoria en Facebook.

Mundo de Locos


El interfono del despacho del director sonó y la voz de Martínez salió por el altavoz:
-¿Señor?
-Sí, Martínez.
-Han llegado los nuevos, señor.
El director se levantó de su sillón y se acercó a la ventana.
-Martínez.
-¿Sí, señor?
-Se amontonan en la entrada y llegan hasta donde me alcanza la vista. No tendremos espacio para todos, son demasiados.
-¿Qué hacemos, señor?
El director volvió a sentarse y permaneció en silencio unos segundos.
-¿Martínez?
-Señor...
-Cambiemos las normas. Ingresemos a los cuerdos.

*foto de aquí

Sea en el Amor como en la Guerra


La Verdadera Tú


Me gusta cómo huelen los cabellos que te peinas detrás de tu oreja. No me preguntes por qué pero, al final del día, desprenden un perfume muy diferente al que esparces del bote a tu cuello por la mañana, supongo que ocurre así porque estará mezclado con unas minúsculas gotas de tu sudor, con tus sonrisas y desgracias, y con todos los silencios que interponemos entre tú y yo.

Al caer la noche, y tú dormida, me acerco desde atrás y hundo mi nariz, buscando ese olor bajo tus cabellos negros. Y cuando lo encuentro ya no es ningún eau embotellado en un frasco de treinta miserables mililitros que no te llegan ni a la suela de los zapatos, sino que eres tú, formada por los devenires del día a día, la verdadera tú, cadavérica ante mis labios.

*foto de aquí

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Una novedad interesante en el primer comentario

El Amor Apesta


Después de unos años he llegado a esta conclusión: el amor apesta. Apesta a cañería recién rota y a mierda borbotando de ella, apesta a mis cojones sin lavar, a aliento de hiena, a almeja enfangada y abierta.

"Cariño, mira qué flores más bonitas he comprado en Queens"

Me importa un bledo tus flores y tú, y más si tengo una botella de Jack Daniels y un buen culo donde engancharme. El tuyo no, porque estás seca, seca como una alpargata de los años setenta, y besártelo es como lamer el esparto. A la segunda botella ya has desaparecido de mi vista, yo me bajo la cremallera, me saco la polla y orino en tus flores. Entonces un guepardo azul con corbata blanca aparece a mi izquierda y espera su turno para devorarlas.

-.-

Más en el primer comentario
*foto de aquí

La Medida Justa de Todas las Cosas


Lleva una falda de estampados florales en blancos y grises que cae hasta sus rodillas y un suéter negro. Acaba de entrar en el Manila 1969. Se ha acercado a la barra para pedir un café y mientras el camarero lo prepara barre con la mirada el local, está eligiendo mesa. Hoy será la del rincón, justo a la cristalera. Así podrá ver a la gente pasar, como hace con los segundos el reloj guardado en el cajón de su mesita de noche, ese que ya no se pone.

Le sirven el café sobre la barra y ella suelta unas monedas, rompe el sobre de azúcar por una punta y vierte el contenido en el vaso, pero no al completo, siempre deja algo dentro porque ella es del tipo de personas que piensan que hay que encontrarle la medida justa a todas las cosas, y un sobre de azúcar siempre trae demasiada dentro.

Coge el vaso y se sienta a la mesa, y mientras mueve la cucharilla para diluir el azúcar mira a la calle. En lugar de verle las caras a los transeúntes ella distingue en su lugar la esfera del reloj que guarda en su mesita. Al cabo de medio minuto suelta la cucharilla sobre la mesa.

"Ya está. Éste es el café perfecto" se dice mientras los relojes siguen caminando afuera y sus esferas se reflejan en la cristalera del Manila. Luego toma un sorbo mientras recuerda: "¿Te gusta el reloj, cariño?", "Mucho" le contestó ella mientras se lo probaba. "Te viene como anillo al dedo" le dijo él.

De aquello ya habían pasado cinco años.

-.-
Más en el primer comentario

*foto de aquí.

Scriptoria en El Megáfono

(Actualizado 20 de abril de 2011 con el audio del programa)

Esta semana no hay relato. Pero sí podréis escuchar hablar de Scriptoria, y supongo que también un poco de mí, en el programa de radio El Megáfono. Las personas que hacen el programa han tenido el valor (o la temeridad) de hablar sobre Scriptoria en su sección bitácoras.

Fue el viernes 15 de abril, de 18 a 19 horas. Si por algún compromiso no habéis podido oírlo aquí os lo dejo. Hablan de Scriptoria desde el minuto 24:29 al 35:45


Ir a descargar


Para agradecerles el detalle les he cedido un ejemplar (que todavía atesoraba, sí) del  libro que autoedité (Poemario de nostalgias y anhelos) que sortearán entre los oyentes que respondan correctamente a una pregunta que realizarán durante la emisión del programa.


Aquí os dejo el enlace al evento de Facebook creado para la ocasión: Sorteo en El Megáfono
Y aquí el enlace a la página de Facebook del programa, donde habrá que responder a la pregunta mediante un mensaje dejado en su muro: El Megáfono

Todavía estáis a tiempo de entrar en el sorteo, anunciarán al ganador o ganadora en su próximo programa.

Me quemas

Zombi (inusual poema de amor)

Horado la tierra seca con mis manos
hasta alcanzar el aire
que ya no respiro

Estoy fuera
estoy muerto
pero soy libre

Camino arrastrando mis huesos
hasta encontrar la casa que fue nuestra

Entro

Avanzo en silencio por el pasillo
dejando tras de mí
los recuerdos que fueron tuyos
míos

La puerta está abierta
duermes
en la mesita hay un pañuelo
mojado de lágrimas
sé que no te alegrarás mucho de verme
yo sí

Me acerco y tomo tu mano
meto dos dedos en mi boca
y muerdo
despiertas
saboreo la sal de tu piel
el esmalte de tus uñas
tu sangre

Tus ojos se mueven de la sorpresa
al terror que te ahoga
y que te impide gritar
rompiendo la madrugada

Babeo y muerdo
haciendo crujir
las falanges de tus dedos

Estás paralizada
mastico la carne
las hebras
hasta que sólo quedan
los huesos rotos
y limpios

Estás aterrada
en silencio te postro
y esparzo tu cabellera
sobre la almohada
y mi boca va a tu boca
la muerdo
reviento tus labios
y lamo la sangre derramada
en tu cara quieta
y en tu cuello blanco

Espasmos

Bajo a tu vientre
destrozando a mi paso
tendones
músculos
brazos

A dentelladas sangrientas
doy fe de tus pechos
de tu ombligo
de tu sexo
lo abro
lo muerdo
bebiendo de él
salvaje
los flujos dulces
que atesoras
al candor de tus encantos

Y cuando acabo
saciado
con un roce
cierro tus ojos
y te abandono

Y vuelvo sobre mis pasos
a mi lecho de arena y de piedras
y me entierro
y ahíto de tu carne
cierro mis ojos
bajo una lápida que reza:
R.I.P.
y mi nombre

-.-

Lo sé, lo sé, todo esto es muy raro pero os aseguro que todavía estoy bien de la azotea.
Y para los que quieran un argumento elaborado y con un escenario histórico real podéis haceros con un ejemplar del brillante cómic de un amigo: Zombis A.C.

*la foto es de mi película de zombis favorita: La noche de los muertos vivientes

Encrucijada



Si yo lo sé, Mari Carmen, si yo lo sé, que mi Juan es un buen hombre, que el pobre ahora no tiene trabajo, y mira que yo me levanto temprano y me voy a trabajar, y él se levanta cuando yo me voy. Fíjate, mi Juan... le prepara el desayuno a los niños, los levanta, los viste, guerrea con ellos lo que tenga que guerrear y los lleva al colegio.

Luego vuelve a casa, y mira... me airea todas las habitaciones, me recoje todo, hace las camas, pone una lavadora, me friega, me tiende, me plancha, prepara la comida, barre los suelos, hace el baño y va luego a recoger a los niños. Mi Juan lo hace todo, todo. Y ya no bebe, Mari Carmen, lo dejó, lo dejó... mi Juan, qué bueno es... ni fuma, ni coge una botella. Fíjate lo que me dijo... Me dijo que antes de volver a tirar el dinero así se quitaría de en medio, eso me dijo.

Pero luego... es que llego a la oficina, y veo a Marcos... y no puedo, Mari Carmen, no puedo.

*foto de aquí.

El Ángel Desamparado


- Tu padre se ha vuelto a escapar. Está aquí. Ya lo sabes - dijo María al otro lado del aparato. Luego colgó.

Alberto se lamentó y dejó su puesto de trabajo para ir a casa a recoger a su padre. Era la tercera vez en el mes que sucedía. El viejo siempre hacía lo mismo. "Si es que también me lo tenía que haber cargado..." pensó mientras conducía bajo la lluvia.

Al llegar a casa María le abrió la puerta a su marido. Alberto entró y vio a su padre sentado en el sofá. Estaba empapado y sostenía un cuchillo en la única mano que le quedaba. Desde el accidente al viejo le venían, a ratos, jirones de memoria de la tarde en que murió su esposa, y cada vez eran más frecuentes.

Alberto acarició la mano de su padre con suavidad y, ante la mirada ausente del viejo, le arrebató el cuchillo. Luego le ayudó a levantarse del sofá, lo montó en su coche y lo llevó de regreso al psiquiátrico de Los Ángeles Desamparados.

*foto de aquí.

11 de Marzo


 
(Casals - El Cant dels Ocells)


Hay fechas que se alejan en el tiempo, pero nunca en la memoria.

Siete años después...
Quedó atrás el miedo a coger los trenes de nuevo y confundir sus bufidos con el rugir de una bestia. Quedó atrás eso de mirar bajo los asientos y a las caras del resto de pasajeros, el contener la respiración y encoger el corazón mientras pensaba que todos íbamos a saltar por los aires cuando el tren paraba o sus puertas volvían a cerrarse.

Quedaron atrás las noches en que dormía con los ojos abiertos, o sentado en el borde de mi cama.

Quedaron atrás los meses de tratamiento, y esa primera frase de ella mientras me tendía la mano: "Hola, siéntate. Si quieres olvidar lo que ha pasado... me temo que eso no va a ser posible, lo único que puedo hacer por ti es hacerte ver que puedes vivir con ello".

Y eso se hace.

Quedaron atrás muchas cosas... pero el testimonio número 8 de esta página perdura junto a cientos, miles. Como el de aquella señora mayor que entró en mi vagón una semana después, temblando porque era la primera vez que volvía a montarse en un tren, y al sentarse a mi lado me cogió de la mano mientras me contaba que ella también estuvo en Atocha. 

Todavía siento el calor de su mano, y el de las velas encendidas calentando mi cara. Me recuerdan la promesa que me hice:
No olvidarles.

*foto de aquí.

Sin Ti


-.-

Podéis ver fotos del único ejemplar en papel que existe de El Hombre Sin Tildes pinchando aquí o también en este álbum de fotos de la página de Facebook.

Carta Negra de Amor




 
(Edvard Grieg - Lyric Piece Op.47 n.3)


"...y aquí me hallo, sentado frente a mi viejo escritorio de madera de pino, quemado de recuerdos. Rememoro lo que fuimos. Elegí el negro porque me parecía elegante, desconocido, como las cosas que son capaces de atesorar los ojos de un escritor maldito como yo.

De modo que lo único que queda blanco sobre mi mesa es un retrato tuyo, un pliego de papel, y mis manos, que ya se han rendido a la idea de no poder tenerte. Comencé a vestirme de negro al día siguiente de tu partida. Elegí el negro porque así recuerdo tu cabello alborotado despertando sobre las sábanas, la tinta de mis cuentos y el corazón ahogado palpitando en mi garganta.

Es un negro inmaculado, no se asemeja a mi futura muerte ni a mi elegancia disfrazada. No simboliza el día de tu partida, amor, pero vistiendo con él te siento cercana. Ya ni siquiera me parece oscuro, olea en malva, como las últimas lágrimas que derramaste o el beso de tus labios que perdí mientras expirabas.

Voy a salir, querida, adiós.

He recogido mis cosas y las llevo en una maleta pequeña sin billete de vuelta. Dejo nuestra casa. Acabo de mirar por la ventana y ya se acerca La Cabalgata de los Escritores Desdichados de Corazones Rotos.

Cuando salga por la puerta me uniré a ellos. Te dejo en mi escritorio esta carta"

*foto de aquí

Regreso

Después de escribir la serie de relatos titulada Dante´s Inferno necesitaba un pequeño descanso, aunque realmente no he descansado ni un minuto. Esto de haber firmado un contrato laboral en Cádiz (creedme, los hay, y yo los he tenido en mis manos, aunque en esta zona de España están, cada vez más, a punto de extinguirse) le quita a uno mucho tiempo libre para dedicarlo a lo que más le gusta.

Dije a pie de post, en el anterior, que escribiría para mí. Y así ha sucedido. Muchos de vosotros ya sabréis de lo que hablo porque me seguís a través de Facebook, pero no quería dejar de avisároslo por este blog. Si pincháis aquí, os podréis descargar (gratis y en formato pdf) una... gamberrada de 60 páginas diferente a lo que suelo escribir y a la que decidí dar alas por entretenimiento. No esperéis gran cosa, es un escrito de humor irreverente y loco que finiquité en un par de semanas.

No adjunto en este post una fotografía de la portada porque (ya la veréis en el enlace...) afearía el diseño de Scriptoria, y no lo merece. En un par de días actualizaré también el blog de El Hombre Sin Tildes. Y desde mañana mismo os iré visitando en vuestras casas y abriendo de nuevo las puertas de esta fábrica.

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Más en mi primer comentario del post

Un Atisbo de Esperanza


"Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida."
(Juan, 8:12)

Enero, 2013. Un año después de las bombas.

Un hombre caminó descalzo por las callejuelas que quedaban en pie de aquel barrio hasta llegar a la puerta de la chabola. Depositó con cuidado el cadáver del niño en el escalón de la entrada y empujó con suavidad la puerta. La mujer estaba arrodillada, rezando ante un crucifijo que colgaba de una pared desnuda.

Pasaron unos minutos. Él esperó. Ella se puso de pie nada más acabar sus oraciones y fue hacia la entrada.

-¿Qué me trae?
-Estaba buscando algo para comer y vi al chico... Él también buscaba algo que llevarse a la boca y... y... de repente se desplomó, hermana, como una roca, allí donde empieza la montaña de escombros.
-Tómelo en sus brazos, sígame. Bien, así, así... colóquelo en ese catre, por favor.

La monja comenzó a tocar los pies del chico, lo hizo lentamente, como si estuviera descubriendo la piel humana por primera vez y ésta estuviese hecha de una materia nueva y milagrosa. Luego subió por sus piernas, su abdomen, su torso, sus brazos y manos, y acabó en su rostro. Cuando la hermana María Bautista se retiró James abrió los ojos.

*foto de aquí

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Voy a dejar Scriptoria unas semanitas. Voy a escribir para mí, pero volveré pronto con más relatos. Enlazo aquí (a partir de unos días incluiré los enlaces en el Relatario de la barra lateral derecha) todos los capítulos de Dante´s Inferno en orden de publicación. Si hay algo que no se entienda (ya que he omitido partes de la historia y hay que tener presente siempre el poder divino de cada personaje) podéis preguntármelo en los comentarios, que seguiré contestándolos con mucho gusto ;)

Dante´s Inferno:
1. Vestíbulo: El Buick amarillo del 53
2. Primer círculo: Ajuste de Cuentas
3. Segundo círculo: Cráneos Ardientes
4. Tercer círculo: American Woman
5. Cuarto círculo: El Don de la Ubicuidad
6. Quinto círculo: El Cosechador
7. Sexto círculo: La hermana María Bautista
8. Séptimo círculo: El escritor atormentado
9. Octavo Círculo: La Flor del Mal
10. Noveno círculo: El Desenlace
11. Epílogo: Un Atisbo de Esperanza

El Desenlace

 "El Conductor y yo, por ese camino escondido,
entramos a retornar al claro mundo;
y sin cuidarnos de reposo alguno,
subimos, él primero y yo segundo,
tanto que vi las cosas bellas
que lleva el Cielo, por un resquicio redondo.
Y entonces salimos a rever las estrellas."

 
La Divina Comedia. El Infierno, Canto XXXIV. Dante Alighieri.

Enero, 2013. Un año después de las bombas.

Al norte del continente americano, sobre un promontorio desde donde se debía divisar el océano Atlántico, se erguía un edificio prismático y níveo, precedido por una escalinata que recordaba a las de las ya derruidas pirámides mayas. Aún nos restaban unos dos kilómetros para llegar hasta él. Así que hice caer una densa niebla para pasar desapercibidos y, con ella, también cayó un manto de silencio sólo roto por el sonido de nuestros pasos. Los de James, los del cosechador y los míos.

Cuando llegamos al borde de la escalinata una multitud la flanqueaba. Desde los peldaños más altos descendía ella, así que hice desaparecer la niebla gradualmente. James subió a su encuentro, cruzaron unas palabras y entraron en el edificio. La conversación entre ambos duró poco más de una hora. Luego todo sucedió muy rápido.

La mujer y James salieron del edificio, esta vez sonriendo. El chico comenzó a bajar los primeros escalones y un destello metálico brilló a la altura de la cintura de la mujer. Tras el sonido del disparo el cuerpo de James  rodó varios metros de peldaños hacia abajo. Sin perder un instante convoqué a todos los vientos conocidos,  las puertas del edificio se cerraron de golpe, cubrí el cielo con tantas nubes negras como las que acontecieron el día en que Dios nos dejó e hice que descargasen toda la furia de sus lluvias.

Todos comenzaron a huir despavoridos. Todavía en lo más alto de la escalinata de piedra la mujer, asustada, pegó su cuerpo a la pared buscando inútilmente cobijo bajo un escueto voladizo. Cuando tuvieron lugar los primeros temblores de tierra bajo el edificio comencé a subir lentamente por la gran escalinata mientras hacía soplar un vendaval furioso para aprisionar a la mujer contra la pared donde se apoyaba.

Nada más alcanzar la mitad del trayecto me detuve, habían comenzado los deslizamientos de tierra bajo el edificio, ahora fuertemente castigado por el huracán, la lluvia y los rayos. La mole de piedra comenzó a crujir y la mujer, aterrada, me miró a los ojos justo un segundo antes de desaparecer entre la lluvia de cascotes y escombros.

Sólo la escalinata permaneció de pie, como si fuese el único vestigio de una civilización extinguida siglos atrás. El cuerpo de James yacía inerte como un trapo sucio sobre los primeros peldaños. Y en todos los rincones del planeta todos los James... murieron al instante. Y desde entonces las personas del mundo comenzaron a sentirse un poco más abandonadas.

-.-
No se vayan muy lejos... en unos días publico un epílogo a esta serie ;)
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*foto de aquí.