"Dios es Omnipresente. Está con su ser, saber y poder, donde quiera que exista algo distinto de Él mismo"
Jeremías, 23:23,24
"El agua era muy oscura sin ser negra,
y nosotros, en compañía de las ondas brunas,
fuimos bajando por una inusitada vía."
La Divina Comedia. El Infierno, Canto VII. Dante Alighieri.
Jeremías, 23:23,24
"El agua era muy oscura sin ser negra,
y nosotros, en compañía de las ondas brunas,
fuimos bajando por una inusitada vía."
La Divina Comedia. El Infierno, Canto VII. Dante Alighieri.
James jugaba a las canicas con sus amigos en el patio de su colegio la mañana en que Dios se fue. Justo cuando lanzaba su canica favorita por encima del resto, hacia el hoyo central, Dios desaparecía tras la tormenta en el Buick del 53. La canica cayó dentro del agujero, lo que le otorgaba la posibilidad de lanzarla de nuevo contra las canicas del resto de participantes.
Jaleado por sus compañeros de clase James se acercó al agujero y tomó a Lisette entre sus dedos, apuntó a la esfera más cercana y, justo en el momento de lanzarla, ocurrió algo extraordinario: una nube gris se cernió sobre el patio de arena del colegio. Era como si el estadio de los Red Sox hubiese sido arrancado de la tierra y estuviera suspendido sobre ellos. Pero lo más extraordinario fue que James sintió que se encontraba a miles de kilómetros de distancia de aquel patio... en una sabana de África. Era un masai mara y contemplaba el atardecer junto a su amigo Kikanae y entendía y hablaba el maa como si hubiera pasado allí toda su vida.
Luego dio otro salto. Estaba en el patio del colegio bajo la repentina tormenta, en Kenia, y también en una fábrica de textiles de Shenzhen, negociando en perfecto chino mandarín con el australiano John Crane el precio de un cargamento de algodón. Y segundos más tarde también era Fabio, un niño armado de la favela Vila Heliópolis de Sao Paulo, y otro que rebuscaba su vida entre restos de chatarra de un barrio del distrito checheno de Shalinsky.
Y ahora, mientras visualizamos y nos imaginamos las vidas de todos esos James, volveremos al James del patio del colegio, aunque a partir de ahora James sea también cada uno de los niños que he narrado, y decenas, tal vez cientos más, adquiriendo conocimientos y experiencias que alimentarán su sabiduría de diez años de edad a marchas forzadas a partir de ahora, cada segundo de su vida.
La nube comenzó a descargar una violenta lluvia, los niños recogieron sus canicas y corrieron a buscar cobijo bajo la techumbre que conducía a las aulas. James fue el último que dejó el patio tras guardarse a Lisette en el bolsillo.
Y ahora, mientras visualizamos y nos imaginamos las vidas de todos esos James, volveremos al James del patio del colegio, aunque a partir de ahora James sea también cada uno de los niños que he narrado, y decenas, tal vez cientos más, adquiriendo conocimientos y experiencias que alimentarán su sabiduría de diez años de edad a marchas forzadas a partir de ahora, cada segundo de su vida.
La nube comenzó a descargar una violenta lluvia, los niños recogieron sus canicas y corrieron a buscar cobijo bajo la techumbre que conducía a las aulas. James fue el último que dejó el patio tras guardarse a Lisette en el bolsillo.
-.-
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*foto de aquí