(Pulsa play, es una de las canciones que suelo ponerme mientras estoy metido en la sala de fitness)
Bueno, ya está. ¿Duele? Todavía no ¿verdad? Venga, hombre, que tú lo puedes soportar, que no se diga que no haces ejercicio. Comencemos:
Me han dicho que te gusta la rubita de los leggins negros. Sí, esa que tiene... ¿Cómo lo has descrito tú antes? Ah, sí, una sonrisa que haría resucitar al mismísimo Ramsés II ¡Qué culto eres! ¿Sabías que hace poco han descubierto que los egipcios no usaron esclavos para levantar sus pirámides? Las levantaron ellos solitos, fíjate cuánta piedra. Así que tú no deberías tener problemas en soportar esto. Sólo son sesenta y cinco kilos ¿Cómo? ¿Que tú acostumbras a levantar cincuenta? Yo ya lo sabía.
¿Sabes? Esa rubita, la de los leggins, tiene unas tetas impresionantes ¿verdad? No me digas que no te has fijado en las marcas que dejan sus pezones bajo su camiseta sudada ¿Qué? ¿Cómo que no? ¡No me mientas, joder! ¡No me mientas!.
Así me gusta, que asientas, que reconozcas lo buena que está. Y eso que ya supera los cuarenta ¿eh? Vamos, que incluso podría ser tu madre ¿No te da vergüenza?.
Venga, ya te dejo, espero que lo hayas entendido, chaval. Te quito esto de encima ¿vale? Pero tú deja a la rubita en paz, que bien podría ser tu madre...
... o la mía, o la mía...
... ¿capisce?
-.-
Una compañera de sala con sus ejercicios, un chico que se le acerca, charlan, ríen... y mi imaginación se dispara. Lo normal. Buenos días a todos, me voy al gimnasio.
*Ah, y la foto no la hice yo, no. Es de aquí.