"Laura cogió la última carta que quedaba en la caja, aguantó la respiración como hacen los cirujanos en los momentos decisivos y se acercó al castillo.
As de picas.
Siempre había dejado esa para el final. Y el de corazones para el comienzo, porque ella, sin el corazón, no era nadie. Era lo primero que ponía en todo lo que hacía. Aunque más de una vez se lo habían partido y ya había perdido la cuenta de las veces que había tenido que reconstruirlo.
Cada noche... la misma historia: recogía de la mesa el plato de comida que le ponía a su hijo, luego se acercaba a la puerta cerrada de su dormitorio, le susurraba un buenas noches que quedaba sin respuesta y, antes de meterse sola en la cama, intentaba en vano levantar su castillo de naipes. Junto a aquella carta soltó con calma todo el dolor que acumulaba.
Era el as de picas.
Esta vez el castillo ni siquiera tembló. El silencio se hizo dueño de su casa y su cuerpo logró ser, al fin, fuerte recipiente de sus propios sueños, de su alma, y del amor por su hijo muerto...
... que de eso ya había pasado mucho tiempo"
Cada noche... la misma historia: recogía de la mesa el plato de comida que le ponía a su hijo, luego se acercaba a la puerta cerrada de su dormitorio, le susurraba un buenas noches que quedaba sin respuesta y, antes de meterse sola en la cama, intentaba en vano levantar su castillo de naipes. Junto a aquella carta soltó con calma todo el dolor que acumulaba.
Era el as de picas.
Esta vez el castillo ni siquiera tembló. El silencio se hizo dueño de su casa y su cuerpo logró ser, al fin, fuerte recipiente de sus propios sueños, de su alma, y del amor por su hijo muerto...
... que de eso ya había pasado mucho tiempo"
*foto de aquí