Si el año pasado finalizó con la publicación de un relato en Blogs de Papel, con el propósito de buscar editor para mi novela En Ángulo Muerto (cosa en lo que sigo empeñado) y con acabar el cuento de El Hombre Sin Tildes (hecho que se consumó el pasado verano), este nuevo año comienza con el deseo de encontrar editoriales para ambos manuscritos y con el empeño de acabar o perfilar tres más.
Entre relato y relato que sigo poniendo en Scriptoria me sigo devanando los sesos para darles forma a nuevos proyectos.
El primer proyecto, también el más avanzado, es una colección de cuentos. Algunos aparecieron incompletos en Scriptoria, como la Historia del Hombre Muerto, El Hombre con Dos Ombligos o El Hombre de Papel. Otros son inéditos, como El Relojero de Maine, Melocotones Rodantes, El Vendedor de Recuerdos, una serie de Cuentos Terribles con dos finales, un par de cuentos de terror y unas Cartas de Amor para una despedida, entre muchos otros.
El segundo proyecto es una novela corta de la que aún tengo que cerrar la trama. Se titula El Lamentable Descenso de Henry Norton. A principios de los ochenta Henry Norton escribe el final de su tercera novela y recibe una llamada telefónica de un desconocido que le informa que su mujer, desaparecida hace una década, está viva. A partir de entonces comienza a recordar lo ocurrido en los últimos años: drogas, jazz, alcohol y fiestas en la casa de un amigo, un cadáver del que se deshicieron... la desaparición del dinero que recaudó con la venta de sus primeras novelas. ¿Hay alguien interesado en que no ponga fin a su tercer manuscrito? Y, si es así... ¿por qué?.
Comencé a escribir en papel El Lamentable Descenso de Henry Norton como si fuese un entretenimiento en mis tardes de cafés solitarios. Y sigo divirtiéndome de lo lindo con él.
El tercer proyecto es una novela llamada Los Cipreses Doblados y para componerla he partido de una historia familiar que me reservo. Una tarde estaba paseando por el cementerio del pueblo, hacía sol y viento, y me di una vuelta por las calles del camposanto hasta dar con las lápidas de mis antepasados, recordé las historias que me habían contado sobre ellos, y vi que entre lápidas estaban todos unidos, por algo, por historias que quizás nunca saliesen a la luz. Alcé la vista y vi balancearse con furia las copas de los cipreses, testigos innatos de algo. Era como si se torcieran para mirarnos, a mí, a los muertos. Y comencé a crear una trama, a partir de lo que sé de mi familia y de preguntarme el por qué, el por qué con nosotros también acaban enterradas las pequeñas historias imperceptibles de nuestros días.
Cuando llega el final de un año a mí me gusta usar una palabra corta para brindar y ver con buenos ojos la llegada de uno nuevo. Una palabra que englobe a todas las disciplinas y a todo lo que deseeis y soñéis. Tiene cinco letras:
"Éxito"
Os lo deseo, amigos... en todo.
Cuando llega el final de un año a mí me gusta usar una palabra corta para brindar y ver con buenos ojos la llegada de uno nuevo. Una palabra que englobe a todas las disciplinas y a todo lo que deseeis y soñéis. Tiene cinco letras:
"Éxito"
Os lo deseo, amigos... en todo.
*foto de aquí