Serendipia: descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado (Wikipedia)
Siempre que conduzco mi coche por ese tramo de autovía me pasa lo mismo: vuelvo a esa primera tarde en que nos conocimos. Cuando acabamos los cafés yo te dije que me acompañases a una de las tiendas porque tenía que comprarme unos boxers. Tú sonreíste, yo te pregunté si alguna vez habías tenido que soportar algo así en una primera cita.
- Nunca - dijiste.
- Es que yo soy así de imprevisible, diferente a los demás, pero nada del otro mundo - culminé.
Me gusta tener la tierra bajo mis pies y la carne entre las manos. Siempre que paso por ese tramo de autovía recuerdo nuestra primera cita. El asfalto de ese tramo de carretera se ondula, eleva mi coche unos centímetros por el lado izquierdo durante un par de metros de recorrido, luego la carretera vuelve a recuperar su firmeza habitual. Durante ese segundo mi coche se balancea como si estuviera bajando por el desnivel de un tobogán o fuese impulsado por una ola de mi océano.
Aquella noche en que nos despedimos ocurrió lo mismo. Ese tramo elevado es mi serendipia del pasado. El que me llevó a ti. Y estará ahí siempre, y me acordaré de ti siempre y cada vez que conduzca por ese tramo de autovía.
Siempre, nenita.
Hace poco caminé por una playa desierta y, al meterme en el agua, descubrí que el mar me da miedo, tanto como encontrarme con cientos de tortugas muertas en la orilla, o como todos los relojes que tú y yo hemos ido parando con todos los besos que nos hemos dado.
*foto de aquí