... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

La Flor del Mal


Si los humanos que ahora quedan vivos sobre la Tierra echasen la vista atrás en el tiempo e intentaran averiguar de qué forma se llegó a la situación actual, apenas conseguirían vislumbrar unos centímetros de la punta de la verdad.

No sabrían que una mujer vestida de negro llegó una noche a la Casablanca, que con sus malas artes (tan bien disfrazadas) consiguió obtener plenos poderes de mano del presidente. Tan sólo recordarían que éste aparecía en televisión cada vez más demacrado y que a partir de ese momento el bastón de mando de la nación más influyente del mundo sería, y cada vez con más frecuencia, empuñado por la mujer de negro.

Quizás sólo un puñado de hombres de los que quedan vivos dudaron durante un segundo de las palabras que la mujer soltaba ante las cámaras, quizás sólo unos pocos. Pero ni uno solo fue capaz de oponerse a sus propuestas. En los próximos meses a su primera aparición en las pantallas los Estados Unidos sellaba alianzas militares con Irán, Libia, Chechenia, Cuba, China, Corea del Norte y Venezuela. Armó a Hamás y entrenó nuevos ejércitos por toda África. En palabras de aquella mujer, toda esa red de alianzas poseía coherencia.

La noche antes de que los Estados Unidos lanzase la primera bomba atómica sobre la capital alemana la mujer de negro se deslizó sobre la mesa del despacho oval como lo haría una enorme serpiente, descolgó el teléfono del presidente e hizo tres llamadas.

En una habló en coreano, en la segunda en chino. En la última dejó notar todo su acento venezolano para indicarle al presidente de su país que acababa de concluir su trabajo.

Y aquella noche, la mujer cuyos sueños se cumplían, soñó que el mundo, tal y como lo conocíamos, terminaba destruido por cientos de bombas atómicas y que ella moría pulverizada bajo el calor infernal de una de ellas.

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Feliz Noche (que no fin del mundo) a todos

*foto de aquí

El escritor atormentado

"Así largamente porte tu alma
sus miembros, continuó aquel todavía,
y así después brille tu fama,

dinos si cortesía y valor aún moran
en nuestra ciudad como solían,
o si del todo han sido echadas fuera
.
"
La Divina Comedia. El Infierno, Canto XVI. Dante Alighieri.

Diciembre, 2012. Un año después de las bombas.

Yo tenía un apartamento en Brooklyn. Era escritor, ahora no, ahora vago en mitad de esta devastación, al norte de lo que antes fue Nueva York, y mis libros se han pulverizado junto a la vida de millones de personas. Mataría por una pluma llena de tinta, por unas páginas de papel en blanco y un cigarrillo. Yo fui el culpable de la muerte de aquel poeta enamorado. Aquello no fue un ajuste de cuentas, no. Tuve que pagar a aquel rumano para que lo matase y no le revelase a aquella mujer su don, pero... llegué tarde, demasiado tarde. Él ya lo había hecho y no fue consciente del uso que ella haría de su poder. Cuando quise eliminarla ya había escalado demasiado alto.

Cuando Dios desapareció tras la gran tormenta sus dones divinos se repartieron entre varias personas, eso me contó el poeta. También me dijo que él podía ver el futuro, me habló de la venezolana, me dijo que en la India vivía una mujer con un don maravilloso, que James y el cosechador darían conmigo y me advirtió de que debía usar mi poder con sumo cuidado. Al principio no tenía ni idea de lo que me estaba contando... Siempre me he preguntado si sabría que yo iba a ser su asesino.

Puedo controlar la naturaleza. Ese es mi don. Al principio no fui consciente de mi poder y provoqué los terremotos de Haití y Chile, el tsunami de las costas de Sumatra e inundaciones en Pakistán, en China... y diversas catástrofes por todo el planeta. Ahora puedo hacer que nieve semanas enteras en el Sáhara, puedo hacer crecer una montaña en mitad de un lago, que lluevan ranas en el Pacífico o que siempre luzca el sol en la Antártida.

En el último año he salvado a miles de personas de la lluvia radiactiva y de otras consecuencias de las bombas pero... nunca es suficiente.

Desde la ventana de esta destartalada cabaña recuerdo quién era yo antes de que Dios nos dejase. En la línea de un horizonte baldío se recortan dos figuras, una parece más pequeña que la otra. Se dirigen hacia aquí, caminan cansadas, al paso de una de ellas parecen brotar... árboles.

*foto de aquí.

La hermana María Bautista

"Cuando estés delante del dulce rayo
de aquella, cuyos bellos ojos lo ven todo,
de ella sabrás de tu vida el viaje.
"
La Divina Comedia. El Infierno, Canto X . Dante Alighieri.

 
(Sanctus - Joseph Haydn)


La hermana María Bautista llevaba casi diez años ayudando a los más pobres bajo el manto de las Misioneras de la Caridad. Quiso olvidar parte de su vida pasada y acabó estableciéndose en una chabola de Dharavi, el barrio más pobre de toda Asia.

Y allí, en mitad de toda aquella inmundicia, viendo cómo los niños se morían de tifus, de lepra, de hambre... o de un simple catarro, la hermana María recordaba a diario la razón por la que había decidido ingresar en las Misioneras de la Caridad. La noche de la gran tormenta, mientras todos se resguardaban en sus hogares, una multitud de pajarillos se precipitaron desde el cielo. "Mal augurio, mala cosa" repetía una y otra vez la monja desde su catre.

Al amanecer, la hermana María salió a la callejuela y contempló el desastre, cavó un hoyo y tomó a un pajarillo para darle sepultura. Le dio cobijo entre sus manos unos segundos y lo depositó en el agujero, luego hizo lo mismo con el resto, alineándolos en la improvisada fosa como si fuesen pequeños faraones del cielo. Cuando fue a colocar el último se encontró el agujero vacío y el trinar de los pájaros comenzó a resonar de nuevo, a unos metros por encima de su cabeza. El que aún albergaba en sus manos despertó, batió sus alas y se elevó hasta alcanzar a sus compañeros.

En los meses posteriores ningún niño dejó de sonreír en Dharavi, todas las personas que morían pasaban por las manos de la misionera. Y, cada día, la hermana María Bautista recordaba la razón por la que había decidido dedicar el resto de sus días a los niños más necesitados. Y es que... para ella no había nada más placentero que regalarles su tiempo cuando sabía con absoluta certeza que su vientre jamás podría albergar una nueva vida.

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*foto (los pies de la Madre Teresa) de aquí

El Cosechador

"Y aquel Señor que allí me había llevado
me dijo: No temas, que nuestro paso
nadie impedirlo puede: del tal nos fue dado.
"
La Divina Comedia. El Infierno, Canto VIII . Dante Alighieri.

Noviembre, 2012. Un año después de las bombas.

Antes de que ocurriese todo yo no era nadie. Un perdedor, un mendigo invisible en una oscura calle de la ciudad más antigua del sur de España, un borracho cuyos labios no se despegaban de la boca de una botella de vino barato hasta haber apurado la última gota.

Joder, en mi vida había caminado tanto, pero el chico casi me obligó, y lleva razón pero... joder, estoy muy cansado. Cuando las bombas comenzaron a caer busqué refugio en un sótano inhabitado, me alimenté llevándome a la boca lo que encontraba, luego aprendí a cazar ratas, y a encontrar sus nidos y los de las cucarachas, agoté el agua acumulada en una cisterna... y cuando las aguas del Atlántico inundaron mi escondite salí a la superficie. Habían transcurrido meses y afuera todo era silencio y destrucción. Era como si el mundo hubiese muerto hacía siglos y yo fuese el único superviviente.

La ciudad estaba arrasada, no había un edificio en pie, ni uno solo de los árboles centenarios del parque Genovés. Entonces apareció él. Era un crío, tendría unos doce años de edad pero cuando hablaba aparentaba la edad de un hombre de más de mil años. James se llamaba, me dijo que llevaba mucho tiempo buscándome, que el mundo me necesitaba, y que había llegado la hora de usar mi don, pero yo no sabía qué cojones significaba todo aquello... hasta que me dijo que me diese la vuelta y observara con atención las huellas que había dejado a mi paso. Entonces supe de qué hablaba.

A veces, las noches en que no seguimos caminando y nos tumbamos a descansar, sueño que entro en el Café de Levante, que nada ha cambiado, que las bombas no cayeron y que puedo elegir entre todas las botellas de alcohol de los estantes, mirándome de frente, uniformadas en sus etiquetas precintadas, nuevas, sin abrir.

Nos hicimos con una embarcación y atravesamos el Atlántico. Ahora, ante nosotros, se extendía una llanura árida y pedregosa. James me dijo que desde allí trazaríamos un nuevo camino hasta encontrar a la causante de toda aquella destrucción. Subí a una colina de piedras y la vida, en forma de ramas y raíces, comenzó a extenderse bajo mis pies. En aquella llanura repleta de cráteres y carne putrefacta y cenicienta, hacía un par de años, se había erigido la ciudad de Nueva York.

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*foto de aquí.