... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

Sobre la mecánica de dejarte un buen café

-Hacerme el café no es una muestra de amor. Es algo mecánico - dijiste.

A la mañana siguiente me levanté y, como cada amanecer de los últimos años y mientras dormías, inicié mi ceremonia: Me dirigí a la cocina y cogí dos tazas. 

-Llevo demasiados años sin escribir así. He perdido mi voz -me dije-. Pero... tengo que encontrarme. Porque pienso que sigo aquí, encerrado y oculto en estos scriptoria.

Desde hace un tiempo me gusta moler los granos de café. Es como triturar los buenos recuerdos que tenemos juntos para olerlos, compactarlos y extraer en esencia líquida todo lo que hemos sentido en ellos.

Desnatada para ti. Entre 14 y 18 centílitros de los abrazos y los besos que nos dimos por las calles de Florencia. Ya está. Las calles empedradas de una Florencia soleada, contigo... pocos recuerdos hay mejores que ese.

Ahora hay que inclinar las dos tazas en la máquina de café porque... Al ser tan baja, y las tazas tan altas, no caben de pie una junto a la otra. Esto es algo que me ponía de mal humor al principio, ahora no. Ahora las inclino hasta hacer tocar sus bordes. Suena un clic. Esto es un beso en la Piazza Navona de Roma, me digo. O el final de uno de nuestros resuellos contenidos al pasar en góndola bajo uno de los viejos puentes de Venecia.

Ahora lo más importante: liberar la esencia de los buenos recuerdos. Las primeras gotas de café son las más concentradas porque corresponden a los recuerdos iniciales. Tu sonrisa nada más montar en mi coche, la oscuridad de tus ojos luminosos mirándome, lo cómodos que nos sentimos charlando a orillas de una playa.

Debo ser cuidadoso y cortar el torrente de recuerdos para que nuestras tazas no rebosen. Dejar otros para la mañana siguiente.

Y eso hago.

Y eso quiero.

Que todas las mañanas sean así.

Contigo.

No sé quien está equivocado de los dos, quizás los dos, quizás ninguno pero... Quiero que sepas que esta ceremonia, la creas mecánica o no, es la puñetera tabla de salvación, en mitad de todo este océano tempestuoso que hemos dejado crecer, a la que me he aferrado para mantenerme unido a ti.

No dejemos que las olas nos separen.

*foto de aquí