... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

La Estación de los Sueños Rotos


Hoy no voy a ejercer de cuentacuentos. Iba a contar esta historia como si fuese un sueño pero... ¿cómo se cuentan los sueños rotos?. He parado las máquinas de la fábrica en que se ha convertido Scriptoria para contaros esto con mis propios recuerdos.

Han demolido la estación de tren de mi pueblo.

En sus andenes lloraron vidas y de ellos se han barrido adioses, abrazos y versos. Aquella estación se levantó en torno a 1860 y formó parte de la segunda red ferroviaria del país. Era una de las más antiguas de España. El andén de esa estación fue lo primero que pisó mi abuela al llegar a Andalucía, con tan sólo 15 años. Y de allí tuvo que partir en los años de posguerra, sola, y con cinco hijos bajo el brazo.

Sobre aquel andén se dejaron besos que flotaron en el aire encendido, a fuego y a sangre, entre dos Españas enfrentadas en una absurda guerra de casapuertas.

Allí esperé a amigos, al viento, a amores perdidos. Allí he repasado las últimas líneas para un examen, he escrito, he llorado, he reído. Y hasta intenté averiguar a veces, mirando el reloj que colgaba del techo de la estación, las horas que me quedaban para sentirme vivo.

Y ahora todo se ha roto a golpe de grúas, metales, hierros y ni un solo grito.
Maldigo a todos los responsables que han permitido que el patrimonio de los sueños rotos se vea engrandecido por la riqueza de sus bolsillos... sean quienes sean... yo los maldigo.

*fotos de la estación de mi pueblo (Principios S. XX. Archivo histórico municipal).

Mi Papel














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Vestida de Rojo


(Puedes oír la versión a piano o la original -yo recomiendo la primera- pero, como diría ella, elijas el "Sweet Child Of Mine" que elijas... pulsa Play y ponte de rodillas... ¡Son los Guns!)

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Música: Sweet Child of Mine (Guns´n´Roses) (piano/original)
Letra y traducción

"Ella tiene los ojos verde abismal. Son los ojos de una actriz que dejó demasiado pronto los escenarios. Aunque diga que no, que no son abismales, y que no fue actriz, pero yo sé que algo de ella se quedó a vivir entre los entresijos y bambalinas del sueño de una dulce noche de verano.

Como algo de ella se va quedando, poco a poco, en cada persona que acaricia, que toca, que palpa... y que siente bajo la piel que cura y alivia con sus propias manos.

Y esto bien podría ser el comienzo de un cuento incompleto de una dulce niña que, de mayor, quería curar el color rojo de las personas enfermas. Así que una mañana su madre le enfundó por sonrisa un vestido carmesí, para que se acostumbrase al roce y a los golpes de su tonalidad...

"Rojo. Porque es el color de muchas cosas" le diría perdiéndose en su verde mar.

El que más huella deja sobre la piel, el color de cuando haces el amor, de cuando sufres, ríes, te enamoras, lloras o te enfadas. Y al crecer lo comprendes, y dejas un hueco en la palma de tu mano para ver si ahí puede caber todo el dolor en rojo que guardamos, el tuyo propio, el de las personas que amas. E intentas hacerlo roca para lanzarlo bien lejos, como si fuera una pequeña piedra que ni el viento hará temblar...
... para que llegue más allá de la línea del horizonte, que la tuerza... y que no vuelva...

... que no vuelva
... que no vuelva.

Y en mi cuento incompleto mi dulce niña aún no se ha hecho mayor; sujeta con la punta de sus dedos los bordes de su vestido, y baila y salta al son de la música de la vida, y ríe y vive al son de las palabras que cantas.

Esto bien podría ser el comienzo de un cuento incompleto, pero no lo es, es...
... sólo un pedacito de ella."

*foto de aquí

Sólo Sexo


"Sólo quiero follarte. A mi manera, esa de la que te hablé mientras intercambiábamos e-mails. Me monto en mi coche y conduzco hasta tu casa, no vivimos muy lejos el uno del otro, sólo serán un par de horas de trayecto, quizá algo menos si piso a fondo.

A mí me gustaron las fotos de tu blog, a ti te gustaron los cuentos y los sueños del mío. ¿Para qué vamos a seguir hablando? ¿Para qué saber más el uno del otro? Te gusta lo que lees, me gusta lo que veo.

Nada más aparcar en tu calle llamaré a tu puerta, tú me abrirás y yo te dejaré un minuto para que me veas. Luego te miraré a los ojos, de cerca, tanto que vas a poder alimentarte de los suspiros calientes que se escapen de mi boca, entonces te plantaré un beso en los labios, y abriré los tuyos con mi lengua.

Te agarraré por los brazos y te llevaré a tu cuarto, y allí te tumbaré sobre tus sábanas de color canela. Tú ya habrás esparcido mis cuentos impresos por ella, yo esparciré tus fotos, mi libreta abierta... y cada una de tus prendas.

Te llamaré puta, pero sólo te llamaré puta por vicio, puta de mi sexo, no porque realmente lo seas. Tú llámame lo que quieras. Y mientras te lo llamo pondré con cuidado tu espalda sobre las sábanas y dejaré que tus piernas se eleven por encima de mis hombros. Te follaré duro al borde de tu cama, haciendo crujir tu pelvis...

... yo me tragaré mis ansias.

Será un acto desesperado, pasional y salvaje, como si se nos escapase el doble de tiempo de las manos, o una nube negra estuviese detrás nuestra, a punto de tragarnos.

Y cuando nos hayamos corrido tu flujo enturbiará la tinta de mis cuentos y mi semen condensará el brillo de tus fotos en un recuerdo. Luego escribiré en negro unas palabras sobre tu cuerpo sudado, te daré un beso, suave, y me marcharé...

... quizás para siempre. Nunca se sabe"

*foto de Alfredo Le Fort (flickr)

Mi Pequeño Desastre


Ella: pero... si al final, cuando te tengo delante, pienso que todo me vale la pena, que me encantas, que necesito tenerte cerca, que te quiero en mi vida y... y todo lo demás desaparece.

Él: ¿Sabes lo que más me gusta de ti?

Ella: ¿Qué?

Él: Cuando metes la pata en algo, en algo pequeñito, y pones esa cara y sonríes, y dices: "uy..."

Ella: Jajaja, la lío siempre.

Él: Me gusta eso de ti, el pequeño desastre que eres. Como cuando nos olvidamos el coche en el parking de aquel supermercado, o ibas al aeropuerto con toda la documentación caducada, o cuando quedamos y me dejaste bajo la lluvia sin darte cuenta, pasando de largo con el coche... y también cuando decidiste salir a poner la valla del jardín en mitad de aquel vendaval. Te llamaré así: Mi pequeño desastre.

Ella: Llámame como quieras... pero llámame.

*foto de aquí

La Historia de Emiliano Lagasca


"Y llegó el día en que Emiliano Lagasca se miró al espejo del baño y comenzó a arrancarse las pestañas de cuajo, a tirones limpios y secos. Y los párpados se le descolgaron y comenzaron a sangrar como si los acabase de cortar con unas tijeras de podar las malas hierbas.

Luego, sin apenas poder distinguir nada que no fuese un torrente de sangre, siguió arrancándose el pelo de las cejas, las tenía tan pobladas como el vello púbico. Entonces no soportó el dolor y comenzó a gritar y a dar puñetazos contra el lavabo y el espejo, y éste se rajó en trozos desiguales y concéntricos a los golpes, como una tela de araña acabada de tejer en el reflejo de la desesperación y el odio.

La sangre le lloró en un silencio quieto y se le fueron las ganas de pedir todos los deseos.

A Emiliano Lagasca su mujer siempre le había dicho que por cada pestaña que se le cayera debía soplar y pedir un deseo. Y Emiliano nunca lo había hecho, decía que aquello era una estupidez de niña pequeña. Ahora los quería todos juntos, todos sus deseos, todos el mismo. Y no hacía otra cosa que repetírselo en voz alta, como si haciendo eso fuese a tomar la forma material que añoraba.

- ¡Hija de puta, tienes que morirte! ¡Muérete ya!.

Repetía una y otra vez mientras soplaba con saña cada vello capilar teñido de sangre que localizaba por el baño, e irrumpió en un llanto de recién nacido y las lágrimas se le mezclaron con la sangre. Y ya no supo diferenciarlas.

Mientras tanto su mujer continuaba en el dormitorio, tumbada bocabajo y con dos cuchillos de cocina clavados en la espalda. Cuando los agentes de policía pudieron entrar en la vivienda la encontraron en mitad de un charco de sangre, agonizando; todavía con las fuerzas suficientes para ir arrancándose pestaña tras pestaña y susurrarles muy bajito mientras las soplaba:

- No me quiero morir, no me quiero morir..."

Acordes Disueltos



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*imagen de aquí

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Aclaración de un verso en el primer comentario