Me gusta cómo huelen los cabellos que te peinas detrás de tu oreja. No me preguntes por qué pero, al final del día, desprenden un perfume muy diferente al que esparces del bote a tu cuello por la mañana, supongo que ocurre así porque estará mezclado con unas minúsculas gotas de tu sudor, con tus sonrisas y desgracias, y con todos los silencios que interponemos entre tú y yo.
Al caer la noche, y tú dormida, me acerco desde atrás y hundo mi nariz, buscando ese olor bajo tus cabellos negros. Y cuando lo encuentro ya no es ningún eau embotellado en un frasco de treinta miserables mililitros que no te llegan ni a la suela de los zapatos, sino que eres tú, formada por los devenires del día a día, la verdadera tú, cadavérica ante mis labios.
*foto de aquí
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Una novedad interesante en el primer comentario