... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

Inciso Entusiasmado De Madrugada

Cambié la foto de mi perfil, estaba hasta los cojones de verme con 5 años. Perdonad... por lo de los cojones, no por haber tenido 5 años. Bueno, no la he cambiado por eso. La verdadera razón me la guardo, tampoco voy a contaros todo ¿no?.

Estoy... ¿cómo se dice cuando has bebido más vino de la cuenta pero no te da vueltas la cabeza?... entusiasmado, eso. Borracho no, gracias. De veras, me creéis ¿verdad?. Estoy entusiasmado. Mañana contesto a vuestros comentarios al anterior post y continuo escribiendo la novela, todavía tengo que ensamblar (qué palabra más fea) nuevos textos en algunos capítulos. Sigo ausente durante unos días más, poquitos.

He llegado a casa hace unos minutos, he encendido el portátil y me he dicho: "voy a escribir en Scriptoria". He tenido que corregir unas cuantas veces las faltas de ortografía antes de publicar este post. Por ejemplo: con esta última palabra había escrito potss, ptost, ptot... un desastre. Y no os digo nada cuando tengo que seleccionar texto y darle a la i de arriba para ponerlo en cursiva. Patético. No he bebido solo, he bebido en casa de mi amigo R. Está casado y tiene dos hijas pequeñas que se acababan de dormir cuando descorchamos la primera botella de reserva del 99 que he llevado.

Y, muy bajito para no despertarlas, hemos hablado de muchas cosas, de sus hijas, de nuestros amigos... hemos recordado cuando íbamos todos juntos a la playa y montábamos aquellos torneos de tenis dibujando la pista en la arena, con los pies o la raqueta; o cuando llenábamos un cubo de agua y se lo tirábamos al más despistado del grupo... ése que tomaba el sol tan plácidamente (hijos de puta, a veces era yo). Luego me ha preguntado qué me pasaba y me he quedado en silencio, con la copa en la mano.

Quería deciros que tengo muchas cosas escritas para Scriptoria desde hace tiempo. Las he ido guardando, yo creo que ese ha sido mi error. Un error que se ha reflejado en el espejo de la vida hasta producir un desgaste, y viceversa, sí. También ha ocurrido que no he estado acertado en algún comentario que hice o en haberme dejado en el tintero, en el de la vida al fin y al cabo, algunas palabras... yo sé lo que me digo. De todas formas voy a seguir publicando lo que tenía escrito. No puedo guardármelo.

Esto es lo que quería deciros.
Lo que le he dicho a mi amigo después de aquel silencio, copa en mano... me lo guardo.

Besos.

La Apuesta

"Hoy no voy a relatar ni en cuarto creciente ni a media asta, ni siquiera voy a contar un cuento de modo directo. Bueno, eso sí, porque hoy voy a escribir sobre mí, pero mi vida no tiene mucho cuento, la verdad. Ya sé que me prometí que nunca hablaría de mí, pero una vez lo hice y no me sentí mal.

He cambiado todo. Por eso estuvo cerrado Scriptoria. Por eso hubo un momento en que pensé dejarlo.

He cambiado Madrid por la bahía que me vio crecer. En mi perfil estaba escrito que me dedicaba a la Logística o algo así, la verdad es que ya no me acuerdo a lo que me dedicaba. Ahora reza:

Profesión: Escritor
.

Y yo me lo creo, aunque me pase como al personaje de Henry Miller en su Sexus (y otras novelas). Que lo presentaban a los amigos como un magnífico escritor y tenía cientos de páginas escritas que nadie había leído ni se habían publicado. No sé por qué cito a Miller. No le llego ni a la suela de sus zapatos. Él pasó calamidades cuando decidió entregarse de pleno a la escritura nada más cumplir cuarenta años. Yo me quejo demasiado.

A un escritor le forja el paso del tiempo.

Dejé mi trabajo y no era malo, pagaban bastante bien pero... no me llenaba. Esto es muy difícil de explicar si no lo vives y te aseguras de ello sin ver otra salida posible que no sea un borrón y cuenta nueva.

Mi pluma se pierde a diario en las páginas de las libretas que me ha regalado Pati (sería absurdo por mi parte poner un vínculo a su blog, ya sabéis todos quién es). Cuando me canso del portátil salgo a la calle con ellas y espero a que me vengan cosas, me paro en un sitio solitario, me siento, o me quedo de pie, y escribo un fragmento de novela en la libreta del hilo plateado o en mi nueva Moleskine negra.

Yo sé que no voy a poder estar así siempre. Es muy difícil vivir de ello, pero ahora es lo único que me llena; me tomo este tiempo para acabar mi novela. No sé si me quedaré en el intento o algún día llegaré a ver mi nombre sobreimpreso en unas tapas con olor a nuevo, aunque sólo gane unos euros. De todas formas nunca dejaré de escribir. Eso no lo pierdo.

Estoy metido en la novela y llevo un ritmo muy bueno, a veces me paro mucho a corregir párrafos, eso lo tengo que evitar y dejarlo para el final; pero la tengo estructurada de principio a fin. Es un libro completo. Unos días pienso que va a ser una opera prima redonda y otros creo que el primer editor que decida leerla se va a reír de lo lindo con ella. Al menos he superado la vergüenza de ser leído, vosotros tenéis buena parte de culpa. Os lo agradezco.

Hace tres tardes yo estaba en plena vorágine creativa y mi madre entró en el cuarto y se sentó en el borde de mi cama, junto a mi escritorio:

- AdR, hijo, te llevas más de medio día ahí sentado... ¿esto es lo que estás escribiendo? - y señaló todas las libretas que tenía abiertas sobre la cama y en la mesa.
- Sí, mama.
- ¿Y se puede saber qué es?.
- Aún no, aún no.
- ¿Cuándo?
Y yo señalé los libros de la estantería y le dije:
- Cuando huela como esos.

Y así es mi día a día, acompañado de fantasmas, pero con Amadeo siempre a mi lado.
A ver a donde llegamos...

Besos. Y a ti, protagonista de mis sueños,... hasta mañana"

NOTA: Me tomo unos días para dedicarlos a la novela. Los cajones de La Fábrica siguen abiertos, claro. Volveré para leeros, para contestar a todos vuestros comentarios y con más cuentos y sueños.

Veneno

Os advierto que hoy no hay ternura ni emoción en Scriptoria. Es más, incluso os pido perdón por si sentís vergüenza al leerme. Pero, hoy, tengo que escribir veneno. Lo saco fuera para sanearme.

"A mí me suele hervir la sangre con muchas cosas, algunas son la intolerancia, la inmadurez, la cobardía y la soberbia. Me duele mucho más que hagan daño a las personas que quiero que a mí mismo. Y para quedarme más tranquilo y, sobre todo, para desahogarme, le dedico este post a un Lerdo. Uno que seguramente, si le da por leerme (Lelo, Necio) no entienda lo que estoy escribiendo. Mal Parto... te recomiendo la RAE, verás que cada palabra que te dedico se ajusta a ti y te queda como un guante, pero estampado en tu cara de Tarado, esa que pones cuando escupes por tu boca las amenazas tras las que te escondes. Cobarde.

Eres un Perro que usa la sangre de tu sangre como arma arrojadiza, no respetas, y ahora, por eso y por muchas cosas, me vas a permitir llamarte esto: hijoputa. Deforme Mental, con hijoputa no estoy llamando puta a tu madre, mira y lee aquí, hijoputa. Infórmate de la mierda que te rellena por dentro.

Obseso, yo espero que algún día, cuando ya sea muy tarde para ti... te des cuenta de tus crímenes. Y que los llores de verdad, no con lágrimas de obsesión ciega y rabiosa. No me das pena, Maltratador. Sólo tienes que celebrar una cosa. Una sola: Que un Hombre como Yo no se Cruce en Tu Camino".

Nana A Distancia



( Para L., de 5 años ).

Verás, nene...
Esto es un juego, pero jugamos sin conocernos:
Tú te escondes cuando yo entro
y cuando tú vuelvas yo desaparezco.
Es como el escondite escondido sin habernos visto.

Suena a un cuadro surrealista pero tú eres tan pequeño y tan adorable que todavía no puedes entenderlo ¿Quieres que te cuente un secreto? Yo quiero contarte cuentos pero este quiero que sea nuestro secreto ¿de acuerdo?:

"Yo tampoco lo entiendo"

He soñado varias veces con sentarme en tu suelo, a tu lado, con las piernas cruzadas. Y jugar a trenes, a aviones y a coches, y a trucos de magia sin pañuelos ni varitas... ni nada. Tan sólo tus risas sobre las mías y unas pocas miradas... siento que muero un poquito si no sueño con esto.

Lo siento, nene, me tengo que ir. Desaparezco. Pero ahí viene tu madre con una nana en sus labios y un ramillete de besos tiernos.

- Espera, mami... Adr. ¿Tú quieres ser mi amigo?.

Claro, vida. Dulces Sueños.

Escribir La Luz

foto: Google
(Para mis amigos A. y P., que se asoman a este Escritorio de vez en cuando)

- Tengo los billetes, AdR, voy a ir a verle - dejó caer ella en un susurro.
- ¿De veras? - inquirí sonriendo -. Mira, A., no sé por qué pero sabía que me ibas a contar esto. Y te entiendo. Pasaréis unos días inolvidables, ya verás.
- Ya ni pensamos en el después.
- Pues nada, carpe diem ¿no? - sonreí -. Sólo te voy a pedir una cosa.
- ¿Qué?
- Cuando estéis allí, juntos. Enviadme una postal, me da igual lo que aparezca en la foto. Toma mi dirección.
- Vale.

Llegó el día y A. tomó el avión que le llevaría donde P. pasaba unos días. Unos días en los que podrían estar solos, juntos, sin pensar en nada más. Ni en el peso de las horas que les restaban, ni en la vida que cada uno llevaba por separado, ni en los besos que se perdieron en las madrugadas solitarias.

Y cuando regresaron eran seres diferentes a los que antes habían sido. Eso eran. Una semana después abrí el buzón y allí estaba esperando mi postal.

Ninguno de los dos supieron por qué razón les pedí algo por escrito. A mí me gusta jugar a que crean que colecciono postales... pero no. Lo que a mi me gusta coleccionar son momentos. Y ellos, sin saberlo, me regalaron uno de luz. No voy a mostraros la postal porque cada trazo, cada curva... son la esencia de un amor entonces enjaulado, y eso es sólo para mí, me lo quedo. Pero comparto con vosotros buena parte del texto para que os hagáis una idea de la historia que encierra.

"... Estamos en un tren camino a ********, un toque más de romanticismo... está nevando... Ni sabemos el idioma ni sabemos adonde vamos, pero eso es lo de menos... al fin y al cabo llevamos 6 meses en ese plan..."

Ceremonia de Iniciación Epistolar

Este kit contiene:

(Para su elaboración):
- Unos pliegos de espuma de mar.
- Un bolígrafo con cama de azul nocturno.

(Para su cierre):
- Una flor de lys atrapasentimientos.
- Una barra de cera rojo corazón.
- Un entintador del oro y la plata.
- Un cordón de bronce sujetaabrazos.

Procedimiento:
1) Sentarse frente a los pliegos. Alzar el bolígrafo y practicar una incisión en el pecho.
2) Volcar sobre la espuma de mar todo lo bueno que se lleve dentro.
3) Dejar secar el enamoramiento a la brisa del mar o al sol de la montaña.
4) Hacer dormir el bolígrafo en su cielo nocturno cantándole una nana.
5) Plegar los bordes de la espuma empapada.
6) Quemar una pizca del corazón. Derramarla.
7) Entintar la flor de lys de argénteo o dorado, según brillen tus ojos.
8) Volver a hacerle el amor con los ojos cerrados.
9) Mirarla.
10) Abrazarla con broncíneo frenesí y sumo cuidado.
11) Estampar la flor de lys con un beso de amor que perdure, que atraviese los ríos más caudalosos y las montañas más altas. Un beso que sepa encontrarla.

fotos: AdR

Il Breviario d´Umana Felicitá

Milano, 1953

"El joven Sandro tenía 19 años y estaba enamorado. Su madre murió cuando él tenía cuatro años y su padre cayó en el frente, de eso hacía ya mucho. Tanto que cuando se lo explicaron él no comprendió esa ausencia, aún seguía sin hacerlo.

Sandro no tenía nada que llevarse a la boca.

Pasaba las mañanas en el borde de la Piazza Fontana, esperando a que ella pasara. Las tardes en la librería de Don Francesco, leyendo. Y las noches... bueno, las noches donde se terciara.

Piazza Fontana. Milano. Fuente foto : Google.

- Mira, Sandro, acaba de llegar la tercera reimpresión de Siddharta. Llevaba años intentando hacerme con varios ejemplares. Pero, tal y como están las cosas... sólo me han enviado este.
- No lo conozco... Don Francesco, me gustaría comprarle todos los libros que me deja leer pero, ya sabe...
- No te preocupes, hijo. Tú lee cuanto quieras.

Y Sandro se metió en Siddharta. Durante unos días fue él. Lo hizo tan suyo, tan dentro, que se aprendió pasajes largos de memoria y el pequeño libro llegó a oler a la palma de sus manos y, sin saberlo, a cada caricia matutina e invisible que se guardaba para ella, tan temprano.

Tenía que regalarle a Siddharta. Susurrarle cada párrafo. Acariciarla con sus páginas.

En los campos había muy poco trabajo, sólo para unos días, así que partió de la ciudad con lo único que tenía: nada. Los días se convirtieron en semanas, y Sandro guardaba monedas en una hucha a la que puso de nombre Esperanza. Enfermó y ya no le quisieron. Y alguien le recogió y le arropó con mantas. Partió a Milano de nuevo, dando las gracias y con tan sólo unas monedas en las manos, las mismas que todavía le olían a Siddharta.

La empedrada calle del librero estaba cambiada. Sandro corrió hasta el local. Nada.

- ¿Qué ha pasado con la librería? ¿Dónde está Don Francesco?

Pero los vecinos temían a ciertas represalias. Dejó rodar unas lágrimas por su amigo y la voz quieta de una mujer resolló por entre las rejas del alféizar de una ventana.

- ¿Eres Sandro?
- ¿Sabe usted...?
- No preguntes, por favor. Don Francesco me dio esto para ti.

Y le tendió un pequeño paquete envuelto en papel de estraza, atado con una cuerda muy fina, algo deshilachada.

Lo abrió. Era su Siddharta. A la mañana siguiente ya había escrito algo para ella en la primera página. Se sentó en el borde de la piazza. Esta vez no sólo la vería pasar. Esta vez se quedaba a esperarla".

foto: AdR

xxxxx, 2008

"Y ahora te digo que:
... tengo a Siddharta. Y me he sentado en un borde, esperando a que pases por nuestra piazza"

foto: AdR

Lentejas

Eran los 80. Mi década. Y a mediados mi edad había alcanzado su propia década. De modo que cuando me daba por salir a la calle a hacer de las mías, con esa edad... ya sabéis... como que el tiempo pasa más rápido.

- Niño, aquí a las do, pa la comida ¿eh? Que no te tenga yo que llamá.
- Jí, mamá.

foto: AdR

Y yo me iba a la calle con mi bici azul del mar. Bájate la bici desde un tercero, y luego súbela, con el peso de la caló. Y pasaba el rato oyendo sus neumáticos de goma haciendo ruido sobre la gravilla. Levantando polvo, y el sudor cayendo por mi rostro. Y le daba la vuelta a la manzana unas cuantas veces hasta que me encontraba con algún amigo:

- Amo a da unos cuanto sarto por aquellos monte.

Y allí iba AdR, sin miedo. A saltar. Pedales y más pedales, el viento golpeando en las caras y la arena mordiendo las pantorrillas... y el tiempo que pasaba.

- ¿Qué hora e?.
- No tengo reló.
- Yo tampoco.
- ¿Tienes hambre?.
- Yo no.
- ¿Una carrera?
- Enga, vale.

Y el tiempo pasando, y a mí me daba miedo pasar por debajo del balcón de mi casa.

- Creo que mi madre está asomá.

Y de una cabecita diminuta salía un grito pretérito que ni el fuerte viento de levante se podía llevar. Una voz como de gruta, como si hubiese sobrevivido a terremotos e incendios de otra época:

- ¡ Áaaaaaaanngeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee(l) !
- ¡Ojú!, pisha, ya me voy yo. Creo que luego no voy a podé bajá.
- Bueno, ya nos veremo.
- Ji, adió.

Y cuando me acercaba al portal ella me gritaba:

- ¡Zube parriba! ¡Ahora mismito!.
- ¡Ojú! (es que subí pabajo tiene que una jartá difici, maíta).

Y arriba. Una vez soltaba la bici en el descansillo:

- Ya te puede i lavando las mano. Mira como me viene. Comiíto de mierda. Pero ¿dónde has estao? Mira las rodilla, mira, mira, mira... Te has hesho sangre y to. Desde luego... Esta tarde no sale ¿eh?, que lo zepa... y mañana ya veremo.

Y el metro y pico de AdR caminando cabizbajo, tan inútil como un hombre de hojalata sacado de un cuento. Me enjabonaba la mierda desde las manos hasta los codos. Y el agua se volvía gris. Y cuando me iba a sentar a la mesa ella decía:

- Hasta tu padre ha venío a comé y se ha vuerto ar trabajo... Desde luego... ¡Deja a tu hermana, anda!. Ahora que está tranquila. Y siéntate ya.

Y me plantaba un plato por delante.

- Ojú, mamá... ¿otra ve lenteja? Con to la caló que hace...
- Ya zabe lo que dicen de ella: "Quien quiere las come y quien no las deja".
- Las dejo, las dejo.
- ¡A ve si tiene cojone!

En Tus Bordes

Nada más cruzar la puerta ella soltó las llaves sobre una mesa llena de recuerdos en fotos.

Silencio.

- Estás en tu casa - dijo -. Puedes poner tus cosas donde quieras.

Y no le hice caso sino que me quedé rozando con la punta de mis dedos las sonrisas y los besos plasmados entre marcos de una vida pasada, tan presente y joven como sus ganas de caminar y salir de una niebla espesa y plomiza. Ella pensó que le quitaría una parte de sí para convertirla en historia escrita pero me resulta imposible escribir los silencios, las miradas, las risas, los llantos... las luces desparramadas. Así que me lo guardé todo dentro.

Sonreímos casi como dos personas que se conocen de hace años.

Sonrisas.

Solté mis cosas en el suelo del dormitorio y vi todo lleno de Scriptoria. Lugares donde colgar las palabras y los besos doblados que nos aguardaban... por las paredes, por las cortinas enredadas, por las luces encendidas de la casa. Yo elegí el borde rojo de una cama. Y allí se me cayeron unas cuantas palabras encadenadas.

- Ven. Voy a enseñarte mi casa.

Y la seguí mientras recordaba las dos caladas rápidas que le había dado a un cigarrillo, hacía rato, y el humo que ascendía entre sus ojos y los míos, entornados. Como despejando las primeras dudas, más que enturbiarlas.

Recuerdos.

- Este es el salón... ahí están mis libros - dijo sonriendo y albergándolos todos, con un suave movimiento de mano.

Y yo puse mis ansias en unas copas pintadas a mano, que me miraban tras un cristal, como una vida empaquetada llena de esperanzas encerradas. E imaginé sus fragmentos quebrados, iridiscentes, en el momento en que una de ellas se suicidó contra el suelo. Rotos en un puzzle de bordes punzantes, cuyas piezas desordenadas se acababan de pintar con lágrimas pretéritas, tan suyas como los recuerdos en fotos que me dieron la bienvenida en la entrada de la casa.

- Este es el baño... ¿ves? Es lo que te dije, es muy pequeño, y está viejo.

Nervios.

- Ya te lo he dicho muchas veces. Me gusta todo lo que escribes.
- Y a mí también. Ya lo sabes.

Mentiras. Ya no nos gustaba solo lo que escribíamos.

Miradas.

- Esta es la cocina. Lo que quieras... lo coges, del frigorífico... Bueno, pues eso, que estás en tu casa.

Y comenzó a abrir las puertas de los muebles.

- Aquí está el té, el azúcar, tengo galletas... café.

Pero yo ya no podía ver más allá de un palmo de distancia, y ella no me miraba.

- Lo que no tengo es miel.
- Sí, sí que tienes - y posé mi dedo en su labio inferior.

Y entonces el reloj se paró.

fuente foto: Google

Ahora abrazando a La Sirena

Escritorio

foto: AdR

Blancos Bordados

foto: AdR

Sigo tus pasos por anticipado. Y al bajar las escaleras piso donde creo que tú vas a pisar en breve. Y voy rápido, porque es tarde, quedan quince minutos y todavía no he puesto los lazos al coche que te llevará a tu destino.

Felicidad se llama. Se te ve en la cara.

Vas a aparecer de un momento a otro, enfundada en tus bordes bordados de blancos rotos, como de cuento, casi inventados. Y yo no te puedo ver salir y le grito a alguien:

- Por favor, hacedle una foto en el portal. Mi madre y mi abuelo tuvieron ahí una foto - "hace ya de eso treinta y cinco años" me digo.

Y te dicen:

- Esperad. Que espere la novia. Tu hermano quiere una foto tuya en el portal.

Y me lamento porque no te puedo ver. Pero sonrío, y cuando alzo la vista ya estás dentro del coche. Sonríes y pongo tu último lazo, y me pierdo en los bordes de tus labios.

Felicidad se llama eso.

Hago una foto rápida y el coche arranca. Y yo pienso que no voy a llegar a tiempo, conduzco tras de ti lo más rápido que puedo.

Felicidad, felicidad se llama eso.

Aparco y al llegar a la puerta de la iglesia ya no te veo. Están todos dentro. Y me lamento de nuevo porque ya has pasado taciturna y me he perdido algo que ya no voy a recuperar nunca. Da igual, antes de entrar miro al fondo. Allí estás tú. Me fijo en la alfombra roja y veo que me has marcado los pasos. Sonrío y los sigo mientras recuerdo nuestra hora del baño, tus chapoteos y cariñitos en mi regazo... y esa lágrima invisible que se resiste a rodar y que compartimos desde hace tanto.

Felicidad se llama eso, así se llama.