―Pues... es eso. Estoy hecho de retazos del pasado, de cosas que se rompieron ― dijo él.
―Yo también.
―No importa ¿verdad? Somos nosotros.
―Sí.
―Y es que cuando estoy contigo me gustas en todas tus maneras. Y me acerco a ti y respiro fuerte, y me deshago cuando acabamos, y es como si todo el aire oliera a sexo. Como si me tragase de golpe todo el que ya hemos respirado, con una mezcla de nuestras pieles, sudando. Dura unos segundos pero lo saboreo como si fuese un jodido trozo de eternidad.
―Sí, es... como si nos estuviésemos moviendo siempre juntos, a la vez, como cuando dos imanes están muy cerca...
―Y nunca acaban tocándose.
―Pero bailan juntos.
―Y se esperan.
―Para mí es como si me dieras todo lo que necesito sin pedírtelo. Y nos hemos encontrado ahora, aquí. ¿Dónde has estado todos estos años? ― preguntó ella.
―Da igual, ya todo me da igual si vas a seguir mirándome así, como cuando lo hacíamos a escondidas, tumbados en la arena, antes de soltarme cuatro veces que me querías.
―No, pero... dime ¿Dónde has estado todos estos años?
―Caminando hacia ti.