... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

Sobre el Falso Ímpetu de Callarme la Boca

 

Ya no debería decirte más lo que me gusta tu boca, ni que me tienes desarbolado, como el tramo de mar que va desde donde rompen las olas hasta la orilla en un día ventoso.

Empiezo desarbolado y queriendo huir en varias direcciones, como el vuelo de una bandada de pájaros cuando disparas contra ella, como la espuma de mar embravecida, que comienza montando a punto de nieve en la cresta y acaba acostándose temblorosa en la arena, como las crines blancas de una yegua muerta.

Empiezo desarbolado y así acabo, como las crines, y agotado por tener tu boca cerca y tener que aplacar en alcohol el ímpetu de callarme la mía y comenzar a comértela.

Me juré no volver la vista atrás, hacia tu boca, y no decirte nunca más lo que me gusta ahogarme en ese extraño presentimiento en el que tus labios me dejan la razón como cabellos ardiendo en llamas negras.

Me lo juré por mi cordura, maldita sea.

*foto: AdR (Cádiz, hoy)

El Final de Nuestra Historia

 
Y el final de nuestra historia se ha reducido a sólo esto:

Mientras tú sigues tirando puñales
yo pinto paredes del color de una playa,
de las pieles que nos tocamos.

Tu reloj ha marcado la hora de olvidarme.
Míralo...
... de una puta vez.

Es hora de que yo salga del agujero donde me dejaste
y tú te apartes del borde
y regresemos.

Tú a tu botella,
yo a darle cuerda al reloj de mis besos.
Otra desatará mi tempestad de arena,
Otra, tú... ya no.

*foto de aquí.

Corazón Art Déco


"Pero... ¿Cuánto dura el enamoramiento?" preguntaste.

Y puse cara de no saberlo pero, en mi incorregible ímpetu de querer responder a todo, pensé que dura un poco más de lo que se alargue la imposibilidad de estar con la persona deseada. Aunque en realidad no tuviera ni puta idea, porque tengo el corazón como un jarrón art déco que se ha caído al suelo varias veces. Bueno, algunas me lo han tirado, no ha sido un descuido de los míos. En cualquier caso siempre acababa hincado de rodillas, recogiendo los trozos.

De modo que ahí está, para ti o para la que lo quiera... Mi puñetero corazón art déco, latiendo aún con fuerza, luciendo como un vaso de René Lalique. Aunque esté pegado, reparado y huela a pegamento seco sigue siendo el mismo corazón que se desbocó cuando con 13 años comenzó a gustarme la sonrisa de aquella chica, ahora sus colores han perdido la iridiscencia primigenia. Los de mi jarrón digo, la chica sigue pintando de colores su sonrisa treinta años después, como nunca podría haber llegado a imaginar.

Bueno, ya lo sabes. La fibra sigue ahí, no sé si va a vibrar contigo. Yo, por si acaso, sigo teniendo a mano papel y pluma, eso siempre. Y si es necesario volveré a hincarme de rodillas, bote de pegamento en ristre, por si se me resbala el jarrón o se te ocurre la jodida idea de pasar de mí.

*foto de aquí.