Todavía recuerdo la noche en que te vi salir del Sweet Basil. Me había llevado horas esperándote, paseando como una loca por el borde de la playa, hasta que el viento comenzó a hacerse dueño de las palmeras, hasta que a los camaleones de tus cuentos le salieron cuernos.
Desesperada, esperé hasta que en una de esas cientos de veces que se abrió la puerta del pub apareciste tú, a ritmo de jazz, con la camisa blanca desabrochada y la chaqueta negra al hombro, con tu piel tostada por el sol, de una forma escandalosa, insultante. Apareciste como... como un auténtico seductor de cine de los años cuarenta. Hijo de puta.
Dejé caer el trozo de cristal y todavía tuve fuerzas para abandonar la playa, romper la fila de palmeras e irrumpir en tu mundo de luces y plásticos. Sonreí y, antes de derrumbarme, te mostré mi muñeca ensangrentada. Desperté a la mañana siguiente en una habitación tan blanca que dolía mirarla, como a mí. Estabas a los pies de mi cama y tu camisa manchada me seguía oliendo más a las bocas de otras que a mi propia sangre derramada.
Lo pagaste.
Nadie averiguará jamás que te olvidé justo bajo aquellas nubes blancas que surcaron el jueves pasado nuestra playa.
7 Comentarios | Escribe el tuyo:
Un tipo que entra a golpe de jazz es peligroso... mejor olvidarlo ;)
Besicos querido
Contundente. Sentimiento de culpabilidad tenía al seguir a los pies de la cama.
Abrazos
Buen relato. Lo pago..la traición.
saludos primaverales tormentosos.
No hay mejor pago que el olvido y…romper esas camisas que tenían jazz y carmín ajeno.
La playa deseaba ser solo tuya. Lo encontré escrito en la arena.
Beso
Una brisa suave aliviará el calor de las enrojecidas mejillas y el mar acariciará zalamero los dedos de tus pies.... Ese mar que nadie podrá arrebatarte.
Muy bueno, me encantan tu textos.
Un saludo.
Que malos son los celos...
Bsss
No creo que haya un guaperas que sea digno de sangre derramada.
Besitos
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