Sabes de sobra que me encanta el ajedrez. A ti no tanto, lo sé. Recuerdo cada una de las veces que te importuné para que jugaras aquellas partidas conmigo. Veces en las que te engatusaba edulcorando lascivamente las frases que describían lo que te haría después, para que tú, mi blanca reina en el tablero (y fuera de él), te sentaras frente a mí antes de la partida, resignada, cruzando las piernas sobre ese vestido corto, como de seda.
Perdóname, como de seda tus piernas, el vestido no sé. Al vestido no le presté la más mínima atención. Eso pasa a menudo, que cuando tus piernas hablan las telas se baten en retirada.
He comprado un juego nuevo. No te alarmes, en este seguiré siendo un peón a tus órdenes. Hace frío, el tipo de frío que hace crujir la piel como una fina capa de hielo cuando entra en contacto con el agua caliente. Hace frío, pero yo tengo que cumplir los preceptos de la tirada de dados. De modo que ven aquí, entra en el baño, siéntate, y déjame acariciar tus bragas, esta vez...
... tú serás la piel helada, y mi lengua el agua caliente que la destruya.
He comprado un juego nuevo. No te alarmes, en este seguiré siendo un peón a tus órdenes. Hace frío, el tipo de frío que hace crujir la piel como una fina capa de hielo cuando entra en contacto con el agua caliente. Hace frío, pero yo tengo que cumplir los preceptos de la tirada de dados. De modo que ven aquí, entra en el baño, siéntate, y déjame acariciar tus bragas, esta vez...
... tú serás la piel helada, y mi lengua el agua caliente que la destruya.
*foto de aquí
1 Comentarios | Escribe el tuyo:
Sublime... como siempre.
Saludos, de nuevo.
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