Voy a echar de menos tus bromas, sobre todo aquella en que me decías que a mí no me hacían falta dos pechos para estar guapa, que me iba a quedar uno que valía por dos, o por tres, o por los de aquella mujer del puesto de verduras de los viernes. Me llamabas amazona, y eso que yo de guerrera he tenido poco. Bueno, eso he creído siempre.
Eres encantadoramente incorregible.
Y es que tú siempre has tenido cualquier tontería preparada para sacarme una sonrisa cuando a mí ya se me había olvidado la curva que tenían que tomar mis labios. La había sustituido por... bueno, ya sabes de sobra por qué.
Perdón por no dejarte un lugar, una tierra, una lápida o una urna donde aferrarte para verter tus lágrimas. Ya te dije desde un principio que yo me quedaría para siempre donde nos bañamos desnudos por primera vez, que mis cenizas reposarían mejor en la ola que eligieras de aquella cala escondida al pie del faro. Así podrás bañarte conmigo siempre que desees.
A cambio sólo te pido que me erijas el monumento que quieras en el cementerio de tus recuerdos.
Y que te guardes los besos que lleven mi nombre para... para cuando volvamos a vernos, sea donde sea.
Ahora ya somos libres.
Ahora ya somos libres.
El mar y tú me haréis eterna.
*Este escrito no es real, la foto sí. Podéis leer la historia de Jennifer aquí
4 Comentarios | Escribe el tuyo:
Muchos de tus relatos son así... hermosamente tristes, y no me canso. Ya estoy esperando el próximo ;)
Pffff.... telita... Y seguramente lo habrás escrito del tirón al leer la historia de Jennifer... Sencillamente preciso. Muy triste, claro. Pero precioso a fin de cuentas.
Me ha recordado a aquella canción de Bon Jovi de (it's hard) letting you go. Sólo que hay veces en que no hay forma humana de que esas personas puedan volver con nosotros...
Un besillo.
Volverán a besarse.
:*
Qué bonito, sobretodo por la sencillez que rebosa.
Eres único haciendo eso :)
Besos
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