(para ver correctamente el reproductor de música en los posts usa Internet Explorer o Google Chrome. Gracias)
Tras dos meses al fin estoy aquí.
Dos meses pidiéndote este encuentro, dos meses rogándote que bailaras para mí. No sabes la de veces que he estado imaginando este momento. Me sentaré en este sillón y te miraré. Sólo haré eso, ese era el trato: tú ponías un precio para este privado y yo lo pagaba. Y aquí estoy.
No te tocaré, no haré por besarte. Ya te lo dije. Aunque el balanceo de tus caderas me llamen, aunque la cortina de tu melena negra te traicione y me descubra tu mirada, posándose sobre mí. Aunque fueses la última bailarina de velos sobre la Tierra... no me moveré. Hincaré mis uñas en los brazos del sillón para mitigar mis ganas de levantarme y rodearte con mis brazos.
Eran las condiciones: sentarme, verte bailar, pagarte y marcharme para siempre. Adelante. Puedes empezar.
(La música suena. Ella baila, él observa. La escena ocupa siete minutos)
(La música cesa. Ella suda. Se miran)
Aquí tienes el pago, es justo lo que me pediste: mi carta escrita con todos esos momentos en que imaginé cómo sería perderme en la negrura de tus ojos de vidrio mientras te amaba.
He pasado horas nadando. Cuando todos dormían yo bajaba a la piscina cubierta y, a oscuras, con el reflejo de la luz de la salida de emergencia sobre la superficie plana del agua, me desnudaba en el borde y me introducía lento, como lo haría en la humedad caliente de tu cuerpo. Luego nadaba, dejaba a mis espaldas un largo tras otro como si fuese lo único que supiera hacer en esta vida, mientras te imaginaba bailando, o haciendo el amor. Quiero que sepas que para mí son la misma cosa.
Debo marcharme, ese era el trato. Adiós.
Debo marcharme, ese era el trato. Adiós.
(Sale. Reina el silencio)
*foto de aquí.
2 Comentarios | Escribe el tuyo:
Menudo momento...
Sensual y triste al mismo tiempo, gran combinación.
¡Gracias por haber participado! :)
Publicar un comentario