En mi anterior post aclaré que después de haber oído la cancioncilla de mi abuela me tuve que dedicar a crecer con esa historia tan original y ninguna más. Y si quería convertirme en un escritor de historias lo primero que tenía que hacer era aprender a escribir las palabras.
Así que, ni corto ni perezoso, me metí (me metieron a la fuerza en el cole, claro) entre pecho y espalda toda la colección de caligrafía de cuadernos Rubio (¡hasta 7º de EGB!) después de aprender que una A es una A, y se pronuncia A. Y así con todas las demás vocales y consonantes. Y luego todas mezcladas. Porque claro, el martirio de todos los días era:
- Niño, haz una página más del cuaderno o nunca aprenderás a escribir...
Y, ahora, con más de mi treintena de años yo me pregunto... ¿pero Rubio te enseña a escribir?. Pues sí, pero no te cuenta historias.
En 8º yo ya tenía una letra preciosa, faltaría más, y hacía la O (se pronuncia O) con un canuto divinamente (aunque nunca me hubiese fumado uno). Luego vino la Facultad y me guarreó mi preciosa letra. Esa es una verdad tan grande y poco original como que perdí la Fe en Cristo.
Y yo me pregunto:
Si Rubio enseña a escribir y hay escritores que lo han olvidado... ¿por qué no le recomendamos cuadernos Rubio a esos pobres escritores frustados?
Fernando, por bocazas, por caradura y, sobre todo, por tu maravillosa confesión, mereces abrir mi nueva lista de escritores frustrados. Bienvenido.
Caligrafía Rubio con Sánchez Dragó
28 de septiembre de 2007
Cuadernos: Recuerdos
2 Comentarios | Escribe el tuyo:
¡¡tengo uno¡¡ ¡¡tengo uno¡¡¡ siii lo conservo desde entonces, aquella época, que tiempos.... el tiempo pasa demasiado deprisa¡¡ que recuerdos los cuadernos rubio¡¡
Sí, han cambiado mucho. Yo los perdí o mi madre los tiraría a la basura... a saber. Como era tan soporífero leerlos... :P
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