Era la hora de la cena, esa en que los últimos rayos de sol caen tan lánguidos como la tela de los vestidos de seda de Magdalena Baró, cuando los niños salieron de sus casas dejando a sus madres con sus prohibiciones colgadas de las bocas y los platos de sopa huérfanos. Habían decidido reunirse ante el Árbol Negro.
Julio fue el primero en abandonar su hogar, por el camino de las ardillas se le unió Alicia, sin un saludo, sin una palabra, era muda de nacimiento. Y al final del sendero, en la linde del bosque nuevo, esperaba Pedro, el niño enfermo, que tenía la cabeza tan lisa como un boliche de cristal, ni un solo pelo. Antes de entrar en el bosque soltaron sus juguetes favoritos, se dieron la mano y sin mirarse a los ojos cruzaron esa frontera exigua que separaba lo que era oscuridad de lo que era pueblo.
Caminaron entre los árboles de hojas verdes, cuidándose de no molestarles, hasta la llanura quemada y yerma que había en el centro, allí vivía el Árbol Negro. Pero cuando llegaron a él se encontraron con que el tronco del árbol se había quebrado por la mitad y alrededor de él una niña con un vestido blanco inmaculado, fantasmal, daba vueltas en círculo, saltando y canturreando.
Al jardín de la alegría
Quiere mi madre que vaya
Por ver si me sale un novio
El más bonito de España.
Vamos los dos, los dos, los dos,
Vamos los dos, en compañía,
Vamos los dos, los dos, los dos,
Al jardín de la alegría.
Los niños se soltaron de las manos y se quedaron mirándola. Hasta que la niña se percató de ellos.
―Oh, habéis venido. Soy Ana María, el alma del Árbol Negro ―dijo señalando el tronco quebrado.
(El domingo por la noche... el final)
*foto de aquí
3 Comentarios | Escribe el tuyo:
Excelso, como siempre
Qué intriga...
¿Pero cómo demonios se te ocurren estas cosas?
Como diría aquel, eres IM-PRESIONANTE, así, en "dos palabras" xD
Y ahora a esperar que llegue el domingo...
Medio beso. Sólo medio. El otro medio ya... el domingo jajajajajaja :P
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