... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

El Bibliotecario (1)


Se levantó de la silla, recogió en silencio sus apuntes y se acercó al mostrador para dejar el libro de consulta.

-¿Hoy no está Luis? - preguntó a la bibliotecaria.
-¿No te has enterado? - inquirió mirándola por encima de sus lentes mientras soltaba el ejemplar de consulta en uno de los montones-. Luis ha muerto.
-¡Qué me dices!
-Fue hace tres días. Un infarto, nena. Ya ves, y hacía ejercicio todas las mañanas, antes de abrir.

La chica se despidió de la bibliotecaria y salió del edificio. Cuando llegó a casa ya había anochecido. El viejo ya se había acostado, siempre lo hacía a las ocho de la tarde. Ella también hizo lo de siempre: entró en la cocina, cogió dos manzanas del frutero, soltó su mochila en el sofá del salón, se metió en su cuarto y cerró la puerta. Luego puso música en el reproductor de mp3 de su portátil, se tumbó en la cama y le dio un mordisco a una de las manzanas.

Miró a un lado, encima de la mesita de noche tenía un ejemplar que había sacado de la biblioteca: La playa de los ahogados. Lo había dejado a medio leer. Llevaba en su cuarto más de dos meses. El bibliotecario le había solicitado varias veces su devolución. La primera un mes después de sacar el libro, cuando la vio estudiando en una de las mesas de la sala, luego por teléfono, y al menos tres veces por correo electrónico. La última vez que lo hizo se presentó en su casa una hora antes de abrir la biblioteca en su horario de tarde, llamó a su puerta y se lo pidió.

-Lo siento, Luis. Aún no lo he leído. Te prometo que esta noche lo acabo y mañana lo devuelvo - había dicho ella.

Eso aconteció una semana atrás. Unos cinco días antes de que el bibliotecario la palmara.

(en dos días la última parte)
*foto de aquí

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