... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

Golpe de Efecto


(Este texto lo he guardado durante casi una década. Lo publico ahora)

Hoy creo que Amelia me quería besar. Eso es lo que creo hoy, mañana no sé si creeré en esos labios de Amelia, o en los de alguna otra. Porque yo soy así, un día creo que todo orbita a mi alrededor y al siguiente pienso que sólo sirvo para estar tumbado en el sofá.

Al volver de la playa vi a un hombre de otra época a través de la ventana de un café. Eran las seis de la tarde y me dirigía al coche llave en mano y sombrilla colgada al hombro. El sol se estampaba furioso sobre la ventana de aquel local y en una mesa al otro lado mi hombre de otra época ojeaba nervioso un periódico amarillento. Supe que la luz solar de esta primavera invernal había provocado un desgarro en el tiempo, había traído a ese hombre de alguna parte y lo había colocado al otro lado del cristal.

Para mí.

Si tuviera que compararlo con alguien diría que era como Gus Lobel, el personaje que interpreta Clint Eastwood en Golpe de Efecto. Un viejo cascarrabias, con gorra calada y dificultad para ver. Si estuviera un poco más loco podría jurar sobre cualquier ejemplar de Sexus que el sol me había traído a Gus aquella tarde, no a Clint. Fue eso o el sol también podría haberme traído a mi yo del futuro para mostrarme cómo iba a acabar. Cada vez estoy más cerca.

Mañana debo seguir creyendo que Amelia me quería besar. No he visto otros labios como los de ella. Y temo quedarme solo en mitad de esta tormenta solar.

*foto de aquí.

Nota: La frase que da comienzo a esta entrada la he robado del diario de noviembre de un niño de 8 años (de esto hace casi 9 años ya). El hombre que parecía de otra época fue real, yo volviendo de la playa también. El resto no lo es, pero estoy lo suficientemente cuerdo como para jurar cosas sobre el Sexus de Henry Miller. 

No es un puto solo de guitarra más

 "Pocas cosas hay tan jodidas y dañinas que escuchar, en mi estado actual, que el solo de guitarra acompañado de batería del Nothing Else Matters de Metallica"

me dije una mañana que conducía carretera abajo, justo antes de que el sol saliera de frente a golpearme en los ojos.

Ya lo habíamos escuchado juntos infinidad de veces en el asiento trasero de mi coche, Carrie. Son sólo 28 segundos instrumentales, del minuto 4:56 al 5:24 de la canción. Y siempre que escucho el puto solo, Carrie, me suena a todas las cosas intangibles que habíamos construido y que estábamos perdiendo por la obcecada cabezonería de que ninguno de los dos hacíamos algo para mantenerlas inmaculadas.

Los recuerdos no son solamente una serie de las mejores fotos impresas de distintos momentos de nuestras vidas juntos deslizándose por las notas de ese puto solo de guitarra golpeado por la batería. Porque es así, la guitarra es una maravilla y la batería no acompaña, la batería golpea las notas intentando derribarlas. Me ha costado más de 30 años darme cuenta de esto. Que no, Carrie, que las cosas no son así. Que uno no se empeña en construir cosas para que luego vengas tú a derribarlas con tus caóticos golpes azarosos de baquetas... echándome la culpa de todo.

Con lo que me gustaba ese solo en la década de los 90... Y ahora, mira, si el puto solo fuera una escultura de cristal de Bohemia salpicada de joyas de Swarovski en mitad de una boda de diseño... la destrozaría de un golpe empuñando una Fender Stratocaster del 74. Mi jodido año, Carrie.

Tengo que recomponerme, empezando por olvidarme de tus golpes de batería. Es que los tenías guardados durante años y cuando los has sacado... me han dejado el corazón como un colibrí muerto cayendo al vacío.

*foto de aquí