... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

Mundo Desierto (y V): Destino

 

 Antes de continuar lee las otras partes de este cuento: La primera parte, la segunda, la tercera y la cuarta.
Y ahora, antes de empezar... Pulsa aquí y lee con esta canción de fondo de Russian Red.

 Allí permanecía desde otra época, desde otro mundo porque, aun siendo la misma superficie terrestre, el mundo donde había crecido había cambiado tanto que ahora parecía otro. Donde antes se erigía un bosque ahora sólo había arena, rocas... y un mar infinito a sus espaldas.

Y allí, a ese borde del Este del mundo, llegó el pequeño cíclope tras dos semanas de caminata a través de su Mundo Desierto. Y contempló por primera vez el mar, y creyó que era una extensión de su propio desierto de arena y vientos.

―Y... todo esto ¿Qué es? ¿Es un desierto de agua?―se preguntó mirando al mar―. No sé ponerle nombre, qué pena... ¡Cuántas cosas buenas me he perdido!

Y entonces miró con su único ojo al árbol, a lo que tú y yo sabemos que es un árbol, pero que él desconocía, no porque Nuno tuviera un único ojo, ni porque no pudiera distinguir el color verde de sus hojas, sino porque jamás hubiera imaginado que aquello era un árbol. Recordó las palabras del escorpión, aquellas que decían que las cosas aparecen en los momentos menos oportunos.
―¿Eres... quizás... un árbol?

Y como no obtuvo respuesta se sentó a su sombra, a esperar algo, no sabía qué. Pero no importaba, porque en realidad poco importa cómo se llamen las cosas o las personas, o el nombre que le hayan dado nuestros antepasados, o incluso el que queramos darle nosotros en el momento en que las encontramos por primera vez porque, lo que verdaderamente importa, es tenerlas cerca si son agradables. De modo que eso hizo Nuno: mantenerse cerca. Porque es lo que nos suele dar calor, y esperanza.

Y de ti depende continuar esta historia, porque todavía no hay, ni habrá, nada que te impida ponerle un final, tu final, a este cuento.

 *foto de aquí.

3 Comentarios | Escribe el tuyo:

Unknown 25/8/15, 21:28  

... pueden imaginarse múltiples finales, pero yo lo dejaría tal cual. Nuno ha descubierto que existe un mundo distinto por conocer y aunque no sepa ni siquiera qué es el color verde, ni un árbol, lo verdaderamente importante es la experiencia de conocer algo nuevo, el sentir nuevas emociones y sobretodo descubrir que cada día puede ser diferente, y qué más da cómo se nombre un objeto o cualquier ser vivo, lo importante es el hecho de conocerlo y que permanezca en el recuerdo.

Yo 25/8/15, 23:39  

Pues... ha tardado en llegar este final o no-final. Pero me ha gustado. Y es curioso porque, en realidad, el final dista mucho de ser un final cerrado. Y yo soy más de ese estilo de finales. Ya sabes... prefiero que el escritor se moje y decir: pues mira, me ha gustado por esto o no me ha gustado por aquello.

Pero, en cambio, con este cuento ha sido diferente. Quizás porque me ha hecho pensar. Que eso es otra cosa que valoro cuando leo. Que la lectura no me deje indiferente (y tú eres muy bueno en eso, jodío ;P)

Y no sé pero... me ha gustado la "moraleja" que he creído inferir. Porque creo que es cierto. Que lo verdaderamente importante de las cosas y de las personas es el cómo nos hacen sentir. Con independencia del nombre que queramos darle o del que no sepamos ponerle; con independencia del aspecto que tengan o de lo que parezcan. Y es que, a veces, nos obcecamos un poco como tu Nuno y, de repente, queremos conocer todo de golpe y ponerle nombre. Sin darnos cuenta de que eso, en ocasiones, agobia y hasta asusta... Y, lo que es peor, sin darnos cuenta de que el "etiquetado" en sí mismo no es lo verdaderamente importante. ¿Qué más da cómo se llame? ¿Qué más da cómo sea? ¿Yo estoy bien? ¿Me hace sentir bien? ¿Estoy a gusto bajo este árbol? ¿contemplando este "desierto de agua"? ¿con este escorpión tan majo? ¿Sí? Entonces... ¿dónde está el problema?

Sólo se me ocurre una única razón por la que querer identificar las cosas. Y es saber reconocerlas. Por que, a veces, también vamos por la vida como tu Nuno. Buscando algo que no sabemos muy bien qué es. Algo de lo que nos han hablado, algo que anhelamos... Y tendemos a buscarlo lejos. Emprendemos nuestro particular viaje buscando "eso". Damos un montón de vueltas, nos caemos, nos levantamos, creemos que lo hemos encontrado, luego nos damos cuenta de que nos hemos vuelto a equivocar... Y vuelta a empezar... Y, a veces, "eso" está delante de nuestras narices y no lo vemos; no sabemos verlo... También como Nuno, que estaba debajo del árbol y ni lo sabía... Por suerte, él era un cíclope muy listo y no se quedó en el nombre, sino en la sensación. Dejó de buscar y se sentó a disfrutar de aquello que no sabía qué era pero que, sin embargo, le hacía sentir bien...

Hay que estar atentos, expectantes. No a los nombres de las cosas, ni a los aspectos (no me refiero sólo al físico, sino a lo que puedan parecer las cosas desde fuera). Porque, a veces, sin buscar, se halla.

Lo dicho. Muy bonito tu cuento. Me ha encantado ^^

Un besito.

Yo 25/8/15, 23:50  

*"Porque, a veces, también vamos por la vida..." (que casi me da un parraque cuando lo he visto publicado :s. En el móvil me pareció que estaba junto, pero se ve que no...)