Pasan los días y sigo ardiendo en ti, lo hago a través de las palabras que te escribí, o quizás sólo a través del sello de lacre rojo que quemé sobre la carta doblada que tomaste de la bolsa. Cada doblez que realicé desprendió una llamarada inofensiva sobre el papel, inofensiva también para tu piel y mi piel, pero capaz de abrirse paso y adentrarse en tu mar, capaz de beberlo, de convertir su área en un desierto tan desnudo como tus pechos.
Hoy... aún seré en mis labios... tu fuego, mañana quizás te pida estar debajo, eso implica que tú vuelvas a ser mi fuego, como la última noche, yo seré tu mar.
*foto: ¿?
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